Escritura e inclusión en la universidad: herramientas para docentes
Capítulo 3 ¿Cómo dialogar críticamente con las fuentes? Herramientas de enseñanza y aprendizaje de la intertextualidad académica S oledad M ontes y M artín Á lvarez Si asumimos que los textos y los géneros discursivos están cambiando y no son estáticos, no se trata tanto de imponer normas y reglas de textualidad uni- formes, sino de permitir a los estudiantes que encuentren una voz en el discur- so académico, que concilien sus diferentes identidades y que se inserten en esta comunidad con disposición y sintiéndose partícipes de ella. ( Z avala & C órdova , 2010, p. 145) 1. I ntroducción 1.1. Historias en el aula Patricia es profesora de Historia de la Psicología. Varias de las evaluaciones de su curso son ensayos en los que las y los estudiantes deben analizar diferentes películas a la luz de las teorías psicológicas revisadas en la cátedra. Patricia espera que, en estos trabajos, los estudiantes ofrezcan una interpretación original de cada filme y que, a la vez, pue- dan demostrar que han leído y comprendido las diferentes teorías psicológicas vistas en clases. Para ello, les pide que desarrollen un punto de vista propio y que incorporen en sus ensayos referencias a los textos revisados. Juan, uno de los estudiantes del curso de Patricia, se enfrentó entusiasmado al prime- ro de estos ensayos. Le gustaba la idea de dar su opinión sobre una película, sobre todo porque, cuando estaba en el colegio, tenía un blog en el que escribía comentarios sobre cine. Creía que esta experiencia previa le ayudaría con la escritura de su ensayo. Sin embargo, cuando recibió la nota de su primera entrega, el resultado fue decepcionante: no había logrado aprobar. Juan se preguntó qué es lo que podría haber hecho mal. Había aplicado todo lo que le había resultado en su blog: había realizado una interpretación novedosa y había cons- truido un texto, desde su perspectiva, atractivo y original. Además, había cumplido con la demanda de referirse a las teorías vistas en clase. Su profesora, sin embargo, le indicó que faltaban referencias e incorporó en su texto comentarios del tipo “y esto, ¿quién lo dice?”, “¿cuál es el concepto para esto?”, “esto es una definición, ¿de dónde la sacas?” o “¡¡usar normas APA!!”. Pues bien, en el segundo ensayo del curso Juan elaboró su escrito con un poco más de ansiedad y un poco menos de seguridad. Decidió apegarse a las lecturas e incorporó lar- gos párrafos con citas textuales. La nota fue mejor, pero aún insatisfactoria. Esta vez, la profesora añadió comentarios del tipo “¿y cuál es tu propia interpretación?”. Juan es- taba ya un poco confundido y se preguntaba qué se esperaba realmente de su ensayo.
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