Repensar la investigación literaria en tiempos de crisis

86 seriamente. Cada uno de nosotros, viva donde viva, tiene acceso a lecturas y a realidades que construyen el ser que somos. Y si existe la urgencia de escribir, pues existe desde allí y gracias a esos frutos que nos alimentan. No es posible hablar con honestidad sino desde donde habitamos, aunque la imaginación nos pueda hacer volar a cualquier lugar. Ahora, es cierto que en la metrópolis abundan más espacios críticos, editoriales y distributivos, pero eso solo se explica por el hecho de que no nos hemos hecho cargo de nuestras propias necesidades y nos auto-ubicamos en el lugar de aquel al que le deben y no en el de aquel individuo autónomo que puede y debe crear sus propias redes e imaginarios. De hecho, creo que, cada vez con más frecuencia esto sí se está asumiendo y que los territorios alejados del centro producen y se preocupan hoy más de sus creadores y creaciones, resultando ser estas también de interés para aquellos que habitan la metrópolis. Así es como siempre nace y se genera una poesía que por cierto es texturada y cambiante, porque el territorio se encuentra siempre en movimiento, ya sea por migración, conquista o avisos de la naturaleza que nos muestran que la identidad es precaria e inestable y que esta se gesta al son de la vida. En definitiva, creo que podemos y debemos positivar ese abandono. Tal como la poesía gana en libertad y peso al ser la abandonada del poder mercantil y político, es que nosotros, los habitantes de territorios alejados del centro, debemos empoderarnos y crear nuestros propios sentidos, poéticas y competencias. La poesía es “una tierra” donde se camina sin fronteras, sin capital o centro que valga; y en esa tierra se arriesgan los pasos y los cruces, los abismos y los silencios con el fin de acceder y tocar en libertad y de la mano del lenguaje, lo que tiembla porque no se doblega. Mal que mal, hacemos parte de un milagroso y frágil eco-sistema que no tiene centro alguno. Sus partes, las grandes y las chicas, se afectan unas a las otras en un constante vaivén que construye realidades en movimiento.” “…Pienso que la poesía no transita ni se aloja en ningún circuito de poder y que, en ese sentido, habitar la periferia es ganancia y no pérdida. Es en lo descentrado donde se encuentra la posibilidad de hablar y crear un lenguaje que diga lo que importa, que hable lo que se experiencia sin enmarañarse en lo que el poder dictamina como correcto.”

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