Repensar la investigación literaria en tiempos de crisis

Repensar la investigación literaria en tiempos de crisis 73 términos de que la sociedad “progresa”, de que la sociedad se aleja de un pasado indeseable y que “avanza” hacia un porvenir más próspero. Contra esta mitificación del ahora, las novelas de Núñez, Asturias y Rulfo evidencian que el presente es en realidad la instancia en la que se siguen repitiendo los abusos del pasado, ya sea colonial o más reciente. En virtud de lo que se ha expuesto, podemos concluir que en Cubagua, El Señor Presidente y Pedro Páramo el infierno se utiliza metafóricamente para develar de manera crítica aspectos siniestros de la modernidad latinoamericana. Una conclusión relevante que se puede extraer de lo anterior es que la metáfora infernal no es simplemente “uno más” de los distintos recursos retóricos que los escritores y escritoras encuentran en el repertorio de opciones para denunciar que los procesos modernos a menudo tienen nefastas consecuencias para amplios sectores de la población. Lejos de ser así, en función de las significaciones que genera, el tropo en cuestión parece ser el medio literario “por excelencia” para criticar determinados procesosmodernos. En parte, esta aseveración se basa en el hecho de que un componente esencial de la modernidad –la creencia en el progreso– se nutre del anhelo milenarista por encontrar, en el futuro, un paraíso terrenal. Sin embargo, al menos en el caso de las novelas estudiadas, la verdadera base de lo afirmado consiste en que los procesos modernizadores abordados implicaron una prolongación de la Colonia, una repetición de la violencia de los conquistadores, una eternización de la institucionalidad económica colonial. Es esto lo que se perpetúa por medio de individuos que, como los espectros que pueblan las regiones infernales, están sumidos en la desesperanza y la impotencia, que se hallan en “el fondo” de una sociedad en la que los frutos del crecimiento económico y el poder político se distribuyen de un modo extremadamente desigual. ¿Significa lo anterior que la modernidad es, como decía Walter Benjamin, “la época del infierno” (838)? A la luz de lo que hemos expuesto, la modernidad sí ha implicado que, para amplios sectores de la población de nuestro continente, la vida “sea un infierno”. Ahora bien, no hay que olvidar que la modernidad tiene la cabeza de Jano, que no solo es “colonialidad”, explotación y sufrimiento, sino que también contiene elementos liberadores —instituciones, movimientos e ideales— que podrían reparar no solo los males que ella misma ha generado, sino también otros que han acompañado a la humanidad

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