Repensar la investigación literaria en tiempos de crisis
70 Los barrios pobres de Isla Margarita, el pasado colonial de la isla de Cubagua, las mazmorras de la dictadura de Estrada Cabrera y Comala son espejos sobre los que se refleja la imagen del infierno. Esto se debe a que en la “construcción” de estos lugares se aprovecharon al menos dos categorías propias de las representaciones tradicionales de las regiones infernales, a saber: la verticalidad y lo repetitivo. En relación con la primera categoría –verticalidad–, el análisis de obras que contienen algunas de las representaciones de las regiones infernales más importantes de la tradición literaria occidental –la Odisea , de Homero; la Teogonía , de Hesíodo; la Eneida , de Virgilio; y la Divina Comedia , de Dante Alighieri– permite apreciar que dichos lugares se ubican en el extremo inferior de un eje vertical simbólico que no es meramente espacial o geográfico, sino que está cargado de connotaciones morales. En ese contexto, aquello que puede describirse como “lo deseable” –lo “bueno”, lo “luminoso”, lo “claro”, “lo ordenado”, etc.– suele estar “arriba”; lo “indeseable” –lo “malo”, lo “oscuro”, lo “caótico”, etc.–, por el contrario, se ubica “abajo”. Descender a las regiones infernales (o ser arrojado ahí) implica alejarse de lo “positivo” y sumergirse en el polo “negativo” de la existencia. Ahora bien, las regiones infernales no son algo ajeno al orden cósmico: el Tártaro hesiódico, por ejemplo, es la prolongación del Cosmos en el Caos; el infierno dantesco, por su parte, es expresión de la voluntad de Dios. La existencia de este eje vertical simbólico puede constatarse en las novelas consignadas más arriba. Así, en Cubagua , la modernización con la que fantasea el protagonista se dirige hacia arriba: hacia el firmamento se elevan los rascacielos modernos, el humo de los barcos y las torres petroleras; en El Señor Presidente , siguen la misma dirección los fuegos artificiales que se arrojan para honrar al tiránico dictador, que se vale de la violencia para mantener un orden socioeconómico en el que los frutos de la actividad económica se distribuyen de manera injustamente desigual entre los miembros de la sociedad; la lectura de Pedro Páramo, por último, se torna más rica si se incorpora “el Ángel”, monumento que, si bien data de los tiempos de Porfirio Díaz, fue resignificado de tal forma que, con él, el mito de la RevoluciónMexicana adquiere connotaciones angélicas, celestiales. Hacia los cielos se dirige, pues, aquello que favorece los intereses de los grupos privilegiados de las respectivas sociedades: los proyectos modernizadores, los
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=