Repensar la investigación literaria en tiempos de crisis
50 donde la lectura se vuelve una indagación del origen, presentando las claves para descifrar el tejido del texto. Es la tensión de este registro el que se antepone como antecedente crucial para la elaboración de un discurso posible, en tanto permea lo que aparentemente ha ocurrido, pues su desciframiento sostiene una relación de correspondencia entre el texto, la imagen y su relato. En razón a este proceso, el carácter de cuestionamiento y recuperación es propio de la obra de arte (y en forma subrayada de la fotografía), pues se inserta en la rearticulación de la memoria generando un soporte para nuevos discursos. Los fragmentos no corresponden únicamente a elementos del espacio ficcional, sino que también las significaciones de estos aspectos son formas de representación cultural, siendo “Fragmentos de cultura y de barbarie como las piezas de una maquinaria monstruosa o como las partes de juegos que se desagregan y se conectan. Así, por lo tanto, es posible armar relatos, es esta la forma de representación de los sujetos y las historias que toma forma en la novela (…)” (Areco 89). Asimismo, se constata que la aproximación a un texto narrativo con estas características se realiza a partir de un ejercicio en la que fluye una “pluralidad indefinida de significados” (De Certeau 182), en el cual la fotografía se instala como una posibilidad narrativa en la que se propone un lenguaje propio, advirtiendo, esta vez con Concha, que “esta condición (de lenguaje) se considera desde las posibilidades simbólicas de la fotografía, descentrando este problema de la urgencia de encontrar una equivalencia entre la estructura del lenguaje visual y la estructura del lenguaje verbal” (264). Por su parte, la presencia del cuerpo como dispositivo para la narración en vínculo con la imagen para la representación de la violencia política es un elemento sustancial que permite el acceso a lo que se ha encontrado oprimido, en cuanto no se puede subestimar su peso denunciatorio en este tipo de narrativa. Su trascendencia es una de las reflexiones inmediatas que suceden a las circunstancias de trauma, siendo que “Las representaciones del cuerpo y los saberes acerca del cuerpo son tributarios de un estado social, de una visión de mundo y, dentro de esta última, de una definición de la persona” (Le Breton 13). En este sentido, la composición de este dispositivo no es casual, y dentro del espacio narrativo de la violencia política se vuelve fundamental como continente de información, a la vez que dispone el poder del relato como un mecanismo de recuperación,
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