Repensar la investigación literaria en tiempos de crisis

Repensar la investigación literaria en tiempos de crisis 25 Conexiones Entonces, ¿cómo leer a estas escritoras?, ¿por qué resulta necesario cuestionar sus categorías? Y, ¿desde dónde vincular sus trayectorias y obras narrativas? Ciertamente, convendría utilizar una metodología crítica que permita, por una parte, romper con el registro hegemónico del canon tradicional y, por otra parte, construir una nueva forma de aprehender los discursos y las prácticas de las escritoras. La cartografía, entendida desde los planteamientos de Deleuze y Guattari, nos hace posible conectar y, al mismo tiempo, problematizar los términos antes mencionados. No se trata de establecer un principio o un final, es decir, una historia otra, lineal y sistemática, sino de develar lo que hay en el medio, sus conexiones, sus encuentros y desencuentros, lo nómade, el tránsito y los desplazamientos. Como la cartografía se compone por las múltiples conexiones que esta pueda mapear para, estrechamente vinculada a esta tendencia, es importante considerar que también se abrió hacia técnicas escriturales híbridas, las cuales incursionaron en diferentes corrientes, posicionándose en lo que Lucía Guerra denominó “un dilema estético por resolver” (104). En efecto, este grupo desarrolló una interesante prosa poética, llena de matices vanguardistas entremezclados con una temática social de raigambre política, que logró poner en cuestión tanto la desigualdad de clase , como la desigualdad de género . Ahora bien, ¿por qué la obra de escritoras de esta generación, como Pepita Turina, Maité Allamand, Carmen de Alonso, Dinka Illic de Villarroel y Marta Jara no han sido leídas como importantes exponentes de una literatura de crítica social? Según José Promis (1993) –quien catalogó las obras de este grupo como “novela del acoso”– existen claras diferencias entre una obra escrita por una mujer y una obra escrita por un varón, puesto que las primeras –que denominó intimistas– evaden el compromiso social “mediante representaciones surrealistas o por relatos […] que presentan una visión femenina de la existencia cotidiana” (113). Esta diferenciación no deja de ser cuestionable si se considera cómo la escritura de mujeres es catalogada al margen de los acontecimientos sociopolíticos de la época, como si la situación de la mujer y su complejo lugar en la sociedad no fueran marcos de referencia válidos para ser considerados como literatura con enfoque social.

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