Repensar la investigación literaria en tiempos de crisis

Repensar la investigación literaria en tiempos de crisis 23 contextualizar el trabajo literario de las escritoras mencionadas. Tanto Ferrero como Drucaroff instan a leer las generaciones literarias desde su vínculo con los acontecimientos de una época y, también, desde ciertas convergencias en los textos: llámese estos tópicos, estéticas o temáticas. Se trata de ciertos aspectos comunes en las obras que logran vincular las producciones literarias, más allá de un orden meramente biológico o de producción. Ciertamente, este ensayo no es sobre el concepto de generación en sí, pero parte importante de su desarrollo se centra en este punto. ¿Por qué? Porque estoy hablando de “algunas” escritoras y las estoy vinculando a “una” generación literaria, la del 38. No pueden obviarse, entonces, las discusiones que surgieron y todavía surgen al respecto. Por una parte, hay críticos que las incluyeron en esta generación, mientras que, por otra parte, hay críticos que las excluyeron. Y, al mismo tiempo, hay críticos que no hablaron de ellas y otros que sí lo hicieron, pero de una manera muy superficial. Ante la incomodidad que trajo consigo la producción literaria escrita por mujeres –pues usualmente esta vino a desajustar los parámetros que servían de guía para clasificar la narrativa del momento–, la crítica literaria comenzó a elaborar una categoría, “literatura de mujeres”, bastante cómoda para ellos (escribo “ellos” porque hasta aquí solo he usado la palabra “críticos”). Se trata, entonces, de una etiqueta que surge bajo el modelo androcéntrico, el cual promueve el binarismo y la diferenciación excluyente, o, en otras palabras, lo que “rescata” el canon asumiendo la dominación simbólica de lo masculino. Ante una literatura (sin género, porque se comprende que es masculina) surge la “literatura femenina” y se valora bajo parámetros masculinos o se desprecia, también, bajo dichos parámetros. Esto es materia de discusión, lo sé, porque también entiendo que hay autoras que comprenden la “literatura de mujeres” como posicionamiento político. Desde esta perspectiva, entonces, es posible leer el concepto generación desde la tachadura, es decir, desde un modo de visibilidad que problematiza y reformula aquello que está observando. La tachadura aquí no es simplemente una descripción, sino que se hace visible en la escritura. Aquí sigo los planteamientos de Jacques Derrida respecto a la rature que propone en De la gramatología (1967), pero me quedo con la lectura y traducción de Gayatri Spivak (2013) al nominar

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