La vejez en contexto de transformaciones globales: desafíos éticos transdisciplinarios

la memoria y de la experiencia significativa en el marco de una so- ciedad acelerada. En su diálogo sobre la vejez Cicerón 34 escribía “el fruto de la vejez es la memoria y acopio de los buenos provechos, de lo bien vivido, que se convierte en experiencia de una buena vida”. Es un lugar común decir que hay una estrecha relación en- tre vejez y experiencia, sin embargo, lo que no pensamos ante una declaración como esta, es qué es realmente lo que entendemos por experiencia, y hasta qué punto la experiencia no es un atributo de la vejez en tanto tal, sino de una forma en que hemos vivido y vi- vimos. La experiencia está íntimamente ligada a la manera en que comprendemos el tiempo, lo mismo que la memoria, y es aquí don- de se vuelve relevante el recuerdo con el que iniciaba hoy, acerca de mis abuelos, esa ritualidad cotidiana nos habla de una forma de percibir y concebir el tiempo, en que en el tiempo se aparece como duración no como contracción o instante. Jugando con la expresión de Heidegger “el tiempo no es, el tiem- po se da”, se da tiempo, se abre el tiempo en la experiencia del cuidado, se abre el tiempo como anticipación proyectiva de posibi- lidades, el tiempo no es pues el ahora puntual o el presente de un cronómetro, el tiempo no es el cálculo ni una medida, el tiempo no es espacio o distancia, el tiempo es la duración heterogénea en que la vida se despliega. Pensamos entonces en dar(se) un tiempo, en que puede tener lugar la experiencia, en que puede tener lugar la memoria, ya no como una simple acumulación o almacenamiento de datos, que sería precisamente el paradigma de una memoria RAM, en la lógica de una sociedad acelerada. Por el contrario, que- remos pensar la experiencia como una apertura del tiempo, darse tiempo a la percepción del mundo, lo que no es evasión ni ensimis- mamiento. Darse a la percepción es dejar aparecer las cosas en su tiempo propio, sin imponerles antes un marco o una regla determinada, este dejar aparecer es lo que el filósofo Martin Seel ha llamado “aparecer estético del mundo”, una situación no instrumental ni informativa de la percepción, una situación en la que los sentidos se dan tiempo, pero en este darse, a la vez, se da el tiempo de las cosas y el tiempo del sujeto que percibe. La situación estética es pues un abandonarse a la experiencia, a que las cosas me toquen y me importen, no hay memoria sin experiencia, porque lo que [34] Cicerón, Marco Tulio. Sobre la Vejez . Manuscrito. OCTAVA ESCUELA INTERNACIONAL DE VERANO SOBRE ENVEJECIMIENTO

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