80 años de un viaje: Teatro Nacional Chileno 1941-2021
30 AÑOS DEL TEATRO NACIONAL CHILENO (1990-2019) De este periodo, difícil resulta no recordar obras que luego se transformarían en clásicos contemporáneos de nuestra histo- ria. Destaca Río Abajo (1995) de Ramón Griffero (dirección de Ramón Griffero); La Pequeña Historia de Chile (1996) de Marco Antonio de la Parra (dirección de Raúl Osorio); Hechos Consu- mados (1999) de Juan Radrigán (dirección de Alfredo Castro); o la remozada versión de Chañarcillo (2000) de Antonio Aceve- do Hernández (dirección de Andrés Pérez). Fernando González se mantuvo poco tiempo como director. Había vivido la época dorada de este teatro, esa en la que no solo era un edificio, sino una compañía estable, de amplio re - pertorio, y —lo más importante— con un elenco permanen- te de actrices y actores a los que se sumaba un importante número de artistas escénicos. Sin embargo, bien entrada la década, dada la escasez presupuestaria, esta situación nunca mejoró. Por el contrario, se consolidó un modelo de precaria financiación en la que, incluso una institución pública como esta, debía concursar. El TNCH más parecía un elefante blanco que miraba con nostalgia ese tiempo donde el TEUCH podía estrenar, al año, entre seis y diez producciones propias. Gon- zález no tardó en volverse férreo crítico de la poca capacidad financiera del aparato universitario de sostener una institu - ción de estas características. En 2005, diría: “Yo me formé allí, pero ésta llegó a ser una ins- titución demasiado pobre. Su funcionamiento es como inde- pendiente, algo no deseado por mí. Ahora es el director quien consigue dineros para financiar las obras, transformándose en una especie de productora de espectáculos. Bueno, en general creo que los teatros universitarios perdieron su norte.” Luego vendría la gestión de Raúl Osorio (2001-2016) caracte- rizada, entre otras tantas razones, por re-construir montajes emblemáticos del TEUCH y el ITUCH —La Remolienda (2007) de Alejandro Sieveking; Esperando a Godot (2011) de Samuel Beckett—. De igual forma, realizó re-montajes de obras que él mismo ya había hecho con anterioridad —Tres Marías y una Rosa (2009) de David Benavente; Esperando la Carroza (2015) de Jacobo Langsner—, e incluyó al repertorio a otros autores nacionales contemporáneos —Los Principios de la Fe (2002) de Benjamín Galemiri (dirección de Adel Hakim); El Rucio de los Cuchillos (2010) de Luis Rivano (dirección de Rodrigo Achon- do)—. Así mismo, en este tiempo el TNCH ha sobrevivido como un espacio que, con cierta regularidad, produce instancias que orbitan en paralelo a las temporadas oficiales. A su Concurso de dramaturgia (2011—2015), puede sumarse las giras de ex- tensión de algunas de sus producciones, tanto en la Región Metropolitana como en otras regiones del país. De igual for- ma, la sala Antonio Varas ha sido sede de instancias externas de gran relevancia, como el Festival Internacional de Teatro de las Naciones (1993), la Muestra Nacional de Dramaturgia (2002–3/ 2008), y el Festival de Teatro Santiago a Mil (2006—), entre otros. Cabe destacar que en todo este periodo, así como durante la breve gestión de Ramón Griffero (2017-2019), tras bamba - linas se mantuvo operativo un reducido equipo de técnicos y funcionarios —utileros, escenógrafos, tramoyistas—, grupo humano excepcional, quizás invisible pero irremplazable. Cada uno dueño de un oficio y un saber específico, y todos en conjunto, testigos privilegiados de este largo proceso, acaso silenciosos sobrevivientes del paso del tiempo, cuando no, verdaderos tesoros humanos vivos de las artes escénicas en Chile. INCERTIDUMBRE 194
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