Pandemia y crisis: desafíos para las Ciencias Sociales
42 – pandemia y crisis desafíos para las ciencias sociales aceleración de los cambios en un mundo de flujos y redes interconectadas que se insertan en la vida cotidiana de los espacios escolares, ahora virtuales, actores es- tratégicos de una institución que se resiste a cambiar (Bauman, 2007, Beck 1998, Bajoit 2003, Castells 2012). Una época difícil de comprender, analizar, caracteri- zar y que los desafía permanentemente, llevándolos probablemente a cuestionar su formación inicial, su quehacer profesional cotidiano y hasta el mismo sentido de su ser profesor/a en el vértigo de dichos cambios. La crisis de la educación nos obliga a preguntarnos y reflexionar sobre cuál es el rol que actores estratégicos, profesores/as en formación y en ejercicio, desem- peñan ante el desafío de cumplir el mandato formativo que les demanda y con- fiere su profesión. Aplicando la reconocida propuesta teórica de Wright Mills (1974), pensamos que es apropiada y necesaria la conexión entre el contexto sociocultural e histórico en que nos encontramos como sociedad y las indivi- dualidades encarnadas en identidades y subjetividades construidas al alero de las mutaciones que enfrentamos al interior de un paradigma neoliberal que enmarca la institucionalidad educativa. Los cambios sociales son más visibles desde la biografía (Beck, 1998) y los profesores como individuos miembros de una sociedad tensionada por una cri- sis sociosanitaria y un malestar que se masificó como expresión de una crisis en el denominado estallido social de octubre de 2019, han debido construirse a sí mismos en un proceso de individualización en el marco de múltiples tensiones (Martuccelli & De Singley, 2012). El ejercicio docente requiere de la comprensión de estos cambios sociales y culturales que ineludiblemente afectan los procesos educativos sacudidos por heterogéneas, fuertes e inéditas presiones. Sin la comprensión de la globalidad de esos fenómenos, su ocurrencia en los actuales escenarios, su necesaria arti- culación e incidencia en el ejercicio cotidiano de las actividades pedagógicas, la profesión docente se empobrece y debilita estratégicamente su legitimidad ante la hegemonía de un racionalismo que concibe la calidad y la formación humana como sinónimo de eficacia, eficiencia y rendimiento. En ese marco, creemos que la lógica de la educación como bien de mercado, y sus complejas implicancias pedagógicas, ha incidido en que los profesores en nuestro país hayan pasado a asumir un rol técnico, constituyéndose en meros ejecutores de políticas educacionales orientadas a cumplir con objetivos instru- mentales, que, como elementos constitutivos de un modelo, inciden de mane- ra significativa en la deslegitimación de su rol profesional. La preeminencia de esa lógica distorsiona el sentido formativo del ejercicio de su rol, ocasionando la pérdida de la autonomía profesional, desvalorizando su carácter estratégico
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