Pandemia y crisis: desafíos para las Ciencias Sociales

La crisis en la crisis ¿La educación a dónde? – 39 En consecuencia, cabría precisar que ante la emergencia de problemas que fracturaban el modelo, el Estado asumió un rol compensatorio, como forma de enfrentar las presiones que emergían del rechazo a políticas de segregación e in- equidad. Se propusieron medidas como invitación a la reflexión, participación, descentralización curricular, marcos para la buena enseñanza, para la buena di- rección, convivencia escolar, medidas que no fueron efectivamente aplicadas, quedando muchas de ellas en un plano más bien discursivo. Y el modelo per- maneció, junto con sus características estructurales de segregación e inequidad. Puede inferirse, por consiguiente, que este paradigma, como modelo cumple en el plano de la educación los mismos criterios del paradigma (Atria, 2014), de- finido por Kuhn para la ciencia, es decir se comporta como paradigma hegemó- nico, sostenido en una visión restringida de la realidad educativa, determinando propósitos, estrategias válidas de ser abordadas, negando y desconociendo la complejidad y transformaciones vertiginosas de la sociedad contemporánea. Se define el paradigma educacional dominante como hegemónico porque las ideas que lo sustentan no reconocen la complejidad de los fenómenos que inciden en los procesos educativos, ni responden al sentido de los propósitos formativos, por el contrario, se sostiene en una implícita verdad absoluta (la edu- cación como mercancía). Su hegemonía se ha instalado como parte del sentido común, naturalizando la concepción del mercado como mecanismo en que cada persona acude de acuerdo con sus fines, para satisfacer sus necesidades (en este caso las demandas educativas). Esta hegemonía se sostiene además en la gran importancia y más precisamente por la legitimidad atribuida al conocimiento experto. Es así como las reformas, las políticas generadas por décadas, las discu- siones han estado siempre al alero de decisiones de “expertos” sin considerar el conocimiento, aportes, experiencias del profesorado ni de los otros actores edu- cativos, invisibilizándolos y negándolos como sujetos y actores relevantes, . En consecuencia, el complejo mundo de la educación es analizado hegemónicamen- te desde la mirada de expertos imponiendo una cosmovisión que responde fun- damentalmente a estándares de eficacia, eficiencia, competencia, productividad. Luego, en el marco de este paradigma, la acción pedagógica restringe el rol docente a la reproducción técnica e instrumental del modelo. Sin embargo, las últimas y masivas movilizaciones han mostrado la seria fractura del paradigma, lo que, en el contexto educacional, nos plantea con urgencia el desafío de poten- ciar la profesionalización docente. Desde la perspectiva del rol profesional es innegable reconocer que la in- terferencia de la cultura del mercado en la acción pedagógica ha tenido entre sus consecuencias, una creciente desprofesionalización, el debilitamiento de la

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