Pandemia y crisis: desafíos para las Ciencias Sociales

Crisis y oportunidades para la Salud Mental – 21 do y amado, como una motivación humana universal. Desde esta perspectiva, el sistema de apego puede concebirse como un sistema de naturaleza interpersonal, en donde las emociones tienen el rol fundamental de integrar información tanto de nuestros estados internos-organísmicos como de los aspectos contextuales- situacionales, para expresar y comunicarse a sí mismo y a los otros las propias ne- cesidades, motivaciones y prioridades (Bowlby, 1982; Johnson, 2018; Mikulincer & Shaver, 2018). En el funcionamiento más saludable dado por las formas de apego seguro, esta capacidad del sí mismo de responder a los propios sentimientos y emocio- nes se da como interdependencia, pues en las relaciones entre adultos las figuras de apego pueden ser recíprocas existiendo una co-regulación de la base segura, como es el caso de las parejas, en donde una y otra parte pueden consolarse y reconfortarse mutuamente dependiendo de las circunstancias (Ainsworth, 1989; Wiebe & Johnson, 2017). En contraparte, en las formas inseguras-evitativas de apego se observa una incomodidad con la cercanía afectiva, en tanto que en las formas inseguras-ansiosas hay una búsqueda más permanente de consuelo en los otros, pero que no se acompaña de la experiencia de calma suficiente para desac- tivar efectivamente el sistema de apego. En el marco de la teoría del apego, la regulación emocional es parte de un sistema de orden superior que permite organizar las experiencias que son emo- cionalmente intensas o significativas en estructuras con sentido, lo cual guía la creación de nuevos significados para la propia vida, ya sea de manera tácita, o de manera más simbólica y explícita mediante narrativas. Este proceso ha sido bien ilustrado a través de la psicoterapia, en donde se observa que el tránsito hacia formas más seguras de apego en los consultantes se acompaña de la articulación de narrativas más coherentes sobre la propia historia de relaciones, lo cual, a su vez, permite proyectarse más claramente hacia el futuro (Dallos & Vetere, 2009; Reiner Bakermans-Kranenburg et al., 2016). La tarea de procesar, simbolizar y conferir sentido a la experiencia emocional en contextos de crisis se vuelve particularmente difícil, debido a la intensifica- ción de preocupaciones y miedos fundamentales ante la incertidumbre y la inte- rrupción de la cotidianeidad, potenciando sentimientos de desesperanza, aflic- ción, duelo y pérdida de sentido (Levin, 2019). El deterioro de la propia calidad de vida por la falta de trabajo, el confinamiento, el hacinamiento, las limitaciones para acceder a los servicios de salud y el contacto interrumpido con nuestros seres queridos y vínculos cotidianos es un sustrato que por naturaleza activa el sistema de apego, llevándonos a buscar refugio en quienes confiamos y amamos. Si bien las investigaciones realizadas a la fecha en torno al actual escenario de

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=