Pandemia y crisis: desafíos para las Ciencias Sociales

212 – pandemia y crisis desafíos para las ciencias sociales un modo de supervivencia esencial.” (Caffentzis y Federici, 2015, p.57). Una falta común no necesariamente generará comunidad, mas una comunidad —desde estas perspectivas— sí se constituye en base a deshacerse en esta falta común, ini- ciando esta cadena de reciprocidades de sí mismos/as. Estas agrupaciones gene- ran acciones comunes o proyectos conjuntos quizás mucho más complejos que una mera respuesta a la carencia que les configura, como veremos en las páginas siguientes. En este capítulo, nos adentramos en cómo lo común y la comunidad pare- cen existir intensamente y de maneras variadas en las experiencias de cuidado aquí analizadas. Algunas de ellas son construidas desde posiciones críticas, con proyectos con lógicas diferentes a las formas hegemónicas de enfrentar la pan- demia, mientras que otras han operado de manera funcional al despliegue del gobierno, principalmente sobre la base de la falta, la sobrevivencia o la inmu- nidad. El Cuidado y la salud de la comunidad Una comunidad, situada en un espacio y tiempo, requiere la práctica cotidiana de su mantención y sostenimiento. Para analizarla, creemos central hacerlo des- de la perspectiva del cuidado. El cuidado lo comprendemos como “la red soste- nedora de vida” que describe Puig de la Bellacasa (2017), en tanto práctica siem- pre material y situada, capaz de crear, recrear y reparar lo que se busca mantener. El potencial feminista del cuidado recae en su capacidad de preguntar “quién se hará cargo” de aquello que se cuida, de qué manera y en qué condiciones. La autora ve en la categoría del cuidado una red interespecie que busca sostener la vida y, por ende, el cuidado es una forma de comprender la existencia que alude a una ontología. Es desde estas nociones que describiremos el cómo se sostienen las comu- nidades, cómo se cuidan. Y dentro de las múltiples líneas que podemos seguir, elegimos la perspectiva de analizar el cuidado comunitario de la salud. Cuando hablamos de salud lo hacemos desde una mirada amplia, inscribiéndola en un proceso, de salud-enfermedad (Laurell, 1985), en el que se articulan lo biológi- co, social, cultural, emocional y material. Dicho proceso social se abarca desde la complejidad de las prácticas que realizan los grupos humanos, asociadas a la búsqueda del bienestar, por medio de la regulación de lo que se entiende por malestar y enfermedad en contextos particulares: lo que llamamos cuidado. De esta manera, con nuestro enfoque de cuidado en pandemia, que adhiere a una comprensión de la salud-enfermedad como un proceso sociocultural, es

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