Pandemia y crisis: desafíos para las Ciencias Sociales

210 – pandemia y crisis desafíos para las ciencias sociales no es conferir una identidad específica a un grupo, sino una entrega de sí a la existencia de lo común dado por compartir la falta inicial. En oposición, elabora una concepción de inmunitas como “aquello que libra de esta carga, que exonera de este peso” (p.104) de la deuda común. La comunidad, desde esta perspectiva, pasa a ser una alteridad constitutiva que la diferencia, incluso de sí misma, sus- trayéndola a toda connotación identitaria (p.12). Lo común no es poseer una identidad, sino entregarse a esta condición dotada de falta y llena de relación de reciprocidad permanente. Esto nos recuerda a la discusión de la antropología clásica sobre “el don” propuesta por Mauss (1979) que apunta a la triada obligatoria —de dar, recibir y devolver—. La antropología de Mauss nos permite poner el don de manifiesto, o como explica Reyes García (2016), “alude a un sistema de prestaciones que obliga a los involucrados a sumarse a una cadena de intercambios, en la cual los sujetos interactuantes devuelven lo otorgado; definiendo el don como un regalo que conduce a la acción recíproca.” (p. 103). Aquí el sistema de prestaciones está enmarcado en un contexto de respuestas políticas y económicas que atisban un origen y la obligación de iniciar estas cadenas de acción que parecen relacionarse con la emergencia de la comunidad. Lo interesante es que la comunidad, al ser una suerte de construcción por entrega de sí, produce estrategias de regulación para su sobrevivencia, que impli- can también lo contrario de ella —la inmunidad—, hasta cierto grado necesaria para la comunidad. De esta manera, “Si la comunidad determina la fractura de las barreras de protección de la identidad individual, la inmunidad constituye el intento de reconstruirla en una forma defensiva y ofensiva contra todo elemento externo capaz de amenazarla” (Esposito, 2012, p.104). La inmunidad “que salvaguarda el cuerpo –individual, social, político– es también lo que, al mismo tiempo, cuando sobrepasa cierto umbral, amenaza con destruirlo” (p.105). Si la inmunidad tiende a encerrar nuestra existencia en círcu- los, o recintos, no comunicados entre sí, la comunidad, más que ser un cerco ma- yor que los comprende, es el pasaje que vuelve a mezclar la experiencia humana, liberándola de su obsesión por la seguridad. “La inmunidad puede leerse como una respuesta de protección ante un pe- ligro como horizonte de sentido” (Esposito, 2009, p. 9). “La intromisión es la tónica del peligro. La amenaza siempre se sitúa en la frontera entre el interior y exterior: algo penetra en un cuerpo y lo altera, lo transforma, lo corrompe. Será el contagio el mejor término para entender aquello” (p. 10). De esta manera, para Espósito, “la inmunidad es de carácter antisocial y anticomunitario” (p. 16). “Lo que antes era sano, seguro, idéntico a sí mismo, ahora está expuesto a un contagio

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