Pandemia y crisis: desafíos para las Ciencias Sociales
Los cuidados en tensión – 145 Covid19 realizado por el Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales muestra que, en tiempos de pandemia, un 38% de los hombres dedicó cero ho- ras a las labores domésticas (cocinar, hacer aseo y lavar ropa), en contraste con un 14% de las mujeres; un 57% de los hombres dedicó cero horas al cuidado de menores de 14 años versus un 27,6% de las mujeres. Asimismo, un 71% de los hombres encuestados declaró que no había dedicado horas al acompañamiento de sus hijos/as en tareas escolares (Bravo, Castillo &Hughes, 2020). Esto puede vincularse con que las mujeres presentan mayores niveles de agotamiento (35%) con respecto a los hombres (16%) (Fundación Chile, 2020). Ante este escenario, nos preguntamos: ¿cuáles han sido las estrategias del Estado chileno para la gestión de la crisis de los cuidados durante la pandemia del Covid-19 y cuáles son sus implicancias en la equidad de género? El objetivo de este capítulo es analizar, desde una perspectiva de género y de derechos, los abordajes desde el aparato estatal de la crisis sanitaria, con foco en las estrategias públicas direccionadas a la gestión de los cuidados y sus impli- cancias en la sociedad chilena. Para esto, se realizó un análisis de documentos y medidas institucionales generadas desde el ejecutivo, legislativo e instancias participativas con organizaciones de la sociedad civil. Como se muestra en este capítulo, las acciones políticas han sido marginales y las medidas adoptadas escasas e insuficientes para cubrir la gestión de los cuida- dos como sociedad. Las medidas gubernamentales han tenido unmarcado carác- ter mercantil, corrigiendo tendencias dentro de la oferta y demanda de bienes y servicios (sobre todo las que propone MinmujeryEG), fortaleciendo la lógica de que la solución a los problemas de los cuidados debe darse en el mercado, dando mínimo espacio a iniciativas colaborativas en las comunidades. Así, los cuidados responden a una economía de mercado. El cuidado como tarea femenina Según Arriagada (2013), “el cuidado se refiere al conjunto de actividades, ya sean remuneradas o no remuneradas, destinadas al bienestar de las personas”; involu- cra “la gestión y la generación de recursos para el mantenimiento cotidiano de la vida y la salud” y “se refiere a los bienes, servicios y actividades que permiten a las personas alimentarse, educarse, estar sanas y vivir en un hábitat propicio” (p.100). El cuidado puede ser directo (prestación material del cuidado, interac- ción cara a cara) o indirecto (supervisar, limpiar, cocinar) (Arriagada, 2010). Karina Batthyany (2008) plantea que el cuidado tiene una dimensión mate- rial, económica y emocional, ya que implica un trabajo, genera un costo e implica
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