Pandemia y crisis: desafíos para las Ciencias Sociales

126 – pandemia y crisis desafíos para las ciencias sociales (ILO, 2020, p. 7). Entonces, el elemento de conexión tecnológica es solo uno de los componentes de la configuración productiva del teletrabajo (De la Garza, 2018), que también se encuentra determinada por la flexibilidad de las jornadas laborales y el ejercicio de labores desde el hogar. No existe consenso respecto de las consecuencias del teletrabajo tanto para las empresas como las personas. Por un lado, se destacan los cambios en la pro- ductividad y los menores costos organizacionales que genera (Bloom, 2014; Harker, Martin &McDonell, 2012), el incremento de la autonomía del personal (Di Martino & Wirth, 1990), las posibilidades de integrar perfiles sociodemo- gráficos tradicionalmente excluidos del mercado laboral (Darville et al., 2018; Villegas, 2013) y de conciliar el trabajo remunerado y la vida familiar (De Vries, 2019). Por otro, se relevan problemas relacionados con la calidad y propiedad de las herramientas de trabajo (Montreuil & Lippel, 2003), el desdibujamiento de la jornada y cambios en la carga laboral (Kelliher & Anderson, 2010), la dificul- tad de ejercer derechos laborales colectivos (Fairweather, 1999), la emergencia de nuevos conflictos en el hogar y la reproducción de roles de género (Boccardo et al., 2020; Mirchandani, 1999; Sullivan & Lewis, 2001). En principio, el teletrabajo es “socialmente neutro”. Son sus expresiones con- cretas, ancladas a formas específicas de organizar las relaciones laborales, las que determinan sus efectos para las empresas y el trabajo. En este sentido, la fiso- nomía que asume el teletrabajo no es automática ni evidente, ya que no es una simple réplica del trabajo subordinado presencial en el hogar (Aránguiz, 2020). El teletrabajo implica un elemento transformador de la organización de las em- presas, que requiere de innovación y generación de capacidades específicas para poder llevarlo a cabo (Gentilin, 2020), así como de una legislación laboral que lo haga posible y lo regule. En contextos de normalidad, el teletrabajo supone un nuevo pacto de subor- dinación mucho más autónomo, lo que modifica el sistema de relaciones labora- les previo. En el caso chileno esta transformación es particularmente relevante, en tanto la literatura ha caracterizado las relaciones laborales como fuertemen- te jerarquizadas y vigilantes, con imposiciones de presencialidad y temores a la desobediencia por sobre criterios de productividad (Araujo, 2016). En términos prácticos, para que el teletrabajo no se torne en una nueva fuente de conflictos, la transformación de las relaciones laborales debe incorporar cambios en los pará- metros de productividad 1 , inversión en infraestructura y nuevas tecnologías, la 1 Por ejemplo, modificar los acuerdos laborales de jornada a otros orientados al cumplimiento de metas.

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