Pandemia y crisis: desafíos para las Ciencias Sociales

Lo normal es estar enfermos – 99 Calderón, 2020), acrecientan el riesgo de las poblaciones expuestas (Singu et al., 2020; Drewnowski, 2009; Bambra et al., 2020) y promueven resultados negati- vos en salud. El modelo de sindemia implica ir más allá de la mirada tradicional de enfermedad o de multimorbilidad, destacando cómo las condiciones sociales y económicas exacerban el agrupamiento de problemas de salud. Adicionalmen- te, este modelo proporciona un marco para promover que la medicina, los siste- mas de salud y los derechos humanos se unan para reconocer la complejidad de convivir con enfermedades múltiples, considerando que las personas experimen- tan sus enfermedades de forma distinta en diferentes contextos (Mendenhall et al., 2017). Tal como se mencionó, las ECNT se caracterizan por presentar un curso prolongado que se inicia con un estado asintomático y que puede progresar hasta el deterioro funcional e incluso la muerte (Ministerio de Salud, 2016). Sin em- bargo, estas enfermedades ya no se pueden considerar en forma aislada, ni bajo una perspectiva meramente biomédica en función de las definiciones tradiciona- les de crónico/agudo y transmisible/ no transmisible, las cuales resultan débiles al considerar la experiencia de vivir con ellas (Marderson& Smith-Morris, 2010). La mayor parte de las veces estas enfermedades devienen en padecimientos que representan esfuerzos y demandas no sólo para las personas que las experimen- tan, sino que también para sus familias y redes de apoyo (Upshur &Tracy, 2018), ya que producen una condición casi irreversible de pérdida del desempeño fisio- lógico y de los roles sociales, afectando los ámbitos individual-subjetivo, social y orgánico, con la aparición de necesidades de diversa índole: las ligadas al ma- nejo de síntomas y tratamientos prescritos, las económicas, las existenciales por el impacto en la propia vida, las afectivas y las vinculadas con la pérdida de roles sociales (Silva, 2004). Todo esto interfiere con la respuesta a las demandas para organizar y coordinar el propio cuidado (Kastner et al., 2019; May et al., 2014). Frente a esta realidad, las personas y las sociedades han generado formas es- pecíficas para enfrentar y convivir con las enfermedades. Una de ellas es el auto- manejo, en el cual las personas intentan apropiarse de diversos dispositivos mé- dicos y no médicos en búsqueda de alivio. Esta apropiación implica un proceso de retroalimentación de información y de cambios permanentes, en el que se analiza lo aportado por diversos proveedores de salud y se cruza con información de los medios de comunicación y con lo que ocurre con el propio cuerpo, las posibilidades y recursos. 2 2 Se hace referencia al concepto de autoatención planteado por Menéndez en su libro “La antro- pología médica en México” del año 1992 y con interesantes desarrollos posteriores en artículos tales como “Autoatención de los padecimientos y algunos imaginarios antropológicos”, publica-

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