Pandemia y crisis: desafíos para las Ciencias Sociales
92 – pandemia y crisis desafíos para las ciencias sociales Conclusion En este artículo hemos referido los resultados de la primera ola de un estudio que se ha hecho en tiempo real y que contempla una serie de encuestas. Al terminar, cabe destacar tres reflexiones. Probablemente los hallazgos más destacados de esta fase apuntan a relevar, en primer lugar, diferencias generacionales, particularmente en lo que respecta a aquellas dimensiones de la experiencia subjetiva relacionadas con las emociones y las referencias a sentidos tales como la responsabilidad, la esperanza, la solida- ridad o la gratitud y, en segundo lugar, diferencias de género, particularmente, en el estado de ánimo. La experiencia de las mujeres, estando próxima a la de las generaciones más jóvenes, sin embargo está diferenciada, y lo está principalmente en la pro- fundidad del deterioro respecto del pasado en el estado de ánimo. Una crisis antigua en el bienestar psicológico de las mujeres se ha agravado en la crisis sanitaria. Desde el punto de vista subjetivo, la experiencia predominante, so- bre todo pero no exclusivamente, en las generaciones más jóvenes se refiere al cansancio, abatimiento y desánimo; es decir, que apuntaría más al efecto acumulado de factores estresores que a conflictivas asociadas, por ejemplo, al miedo o la angustia (salvo los grupos etáreos más jóvenes, con predominancia femenina). En las generaciones mayores, resulta significativo que parecieran percibir y proyectar esta realidad crítica con recursos subjetivos asociados a valores permanentes. Estando epidemiológicamente en mayor riesgo de enfer- mar y morir, las personas mayores, a la inversa, sienten menos riesgo, menos miedo y más seguridad que las generaciones más jóvenes. Podría haber una aparente paradoja, si esto fuese observado estrictamente desde una perspectiva del riesgo biológico, y no desde la capacidad de protegerse: el distanciamiento social cumplido. El colapso económico resultante de la pandemia de COVID-19 produjo malestar psicológico. No había mitigación por parte del Estado ni empresarios de los efectos de la crisis económica, pero después la hubo, y se ha reducido sig- nificativamente la incertidumbre económica de los hogares. Tal como muestran Duarte y Jiménez (2021a; 2021b) la incertidumbre económica se redujo signi- ficativamente después del primer tiempo –creada la oportunidad del retiro de fondos previsionales de por medio-, sin embargo, se produjo un aumento signi- ficativo de la angustia psicológica. Entonces, ¿cómo se comportará en el futuro la asociación entre el estado de ánimo y la economía?, ¿se mantendrá o se debilitará esta asociación?
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