Innovar y transformar desde las disciplinas: experiencias claves en la educación superior en América Latina y el Caribe 2021-2022
3 estudiantes también es un factor importante, ya que influye en la aceptación de los colegas inconformistas. En esa línea, los estudiantes mayores tienen actitudes menos homofóbicas (Horn, 2006). Aunque con la edad, perciben que su entorno escolar es menos seguro para sus compañeros inconformistas (Toomey et al., 2012). El trabajo de Souza y Cribari-Neto (2015) muestra que existe una correlación negativa significativa entre la no aceptación de la homosexualidad y el nivel de educación, así como entre la no aceptación de la homosexualidad y la ausencia de creencias religiosas. Estos resultados no son sorprendentes, ya que corroboran los de un trabajo cada vez más consistente realizado durante los últimos quince años, que afirma que la aceptación de las minorías sexuales es más positiva entre las personas menos religiosas y más educadas (Gegenfurtner y Gebhardt, 2017). Se dice que esta tendencia es más fuerte en los países musulmanes (Souza y Cribari-Neto, 2015). Varios estudios han examinado las actitudes hacia la comunidad LGBTQ de estudiantes de diferentes orígenes o campos de estudio (Rankin et al., 2019; Gartrell et al., 2019). Sin embargo, existe un vacío por llenar en las actitudes de la población estudiantil en general, dada la baja generalización de los estudios sobre subgrupos específicos de la población. El trabajo de Woodford et al. (2012) intentó arrojar luz sobre los grupos más diversos de estudiantes y sobre lo que podrían ser predictores de su actitud hacia la comunidad LGBTQ, utilizando datos secundarios de una encuesta más amplia sobre el clima universitario local realizado por la universidad objetivo. En general, los resultados son en su mayoría positivos y muestran la presencia de una actitud general de cordial solidaridad. Sin embargo, Woodford et al., (2013) han demostrado que la presencia de actitudes positivas no significa que no habrá incidentes anti-LGBTQ, incluido el uso de lenguaje antihomosexual u otras manifestaciones de microagresiones, que pueden afectar la seguridad de personas en la comunidad LGBTQ. Las fuerzas heteronormativas de la sociedad también influyen en la trayectoria educativa de los estudiantes no heterosexuales o no cisgénero al causarles problemas de discriminación y violencia. Un estudio reciente de Aragon et al. (2014) confirma los resultados de estudios previos que encuentran una mayor tasa de ausentismo entre los estudiantes LGBTQ, así como una menor tasa de continuación de la educación postsecundaria. Explican estos dos resultados por la presencia de un mayor porcentaje de victimización de estos estudiantes, habiendo controlado por otras variables de confusión como el promedio general, el número de horas de trabajo remunerado, el estado civil, ser padre, así como el tipo de establecimiento atendido. Varios investigadores abogan para que las escuelas reduzcan el riesgo de que aparezcan estos problemas tomando medidas proactivas ante estas situaciones (Burn, 2000). Sobre este tema, Herz y Johansson (2015) proponen deconstruir la estructura ideológica heteronormativa, lo que permitiría una mayor libertad con respecto a la sexualidad de las personas. Una cultura heteronormativa en la academia puede tener efectos dramáticos en varias esferas de la vida estudiantil (ver Gegenfurtner y Gebhardt, 2017, pp. 217-218 para una lista no exhaustiva de autores) sobre la salud y motivación de los estudiantes LGBTQ. Estos autores informan que estos mismos estudiantes también experimentan más acoso y victimización homofóbicos y transfóbicos, que sus compañeros cisgénero heterosexuales. Estas experiencias negativas, entre otras, son un factor de riesgo de aislamiento social, ausentismo, consumo de sustancias, contraer infecciones de 799
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