Innovar y transformar desde las disciplinas: experiencias claves en la educación superior en América Latina y el Caribe 2021-2022
2 aprendizaje, en las cuales ya no es solo consumidor de saberes sino también cocreador, debido a que se resignifica el bagaje de información, conocimientos y experiencias que tiene, así como, los valiosos aportes que puede brindar al proceso. Esta actitud aprendiente permite a docentes y estudiantes transitar desde diferentes posiciones en el camino del aprendizaje, ya sea desde la escucha activa, la proposición de ideas o desde la puesta en práctica de saberes, sin límites impuestos por estructuras o roles prede- finidos, para aprovechar las experiencias, saberes y experticia de todos los actores en escena, promoviendo la autogestión y autorregulación del aprendizaje, así como, las diferentes habilidades sociales o para la vida. Desde esta posición , se alienta el desar- rollo del aprendizaje autorregulado que, según Berridi y Martines (2017) , está “cen- trado en los componentes cognoscitivos, motivacionales y conductuales que proporcio- nan al individuo la capacidad de ajustar sus acciones y metas para conseguir los resulta- dos deseados en cuanto a su rendimiento académico” (p. 91). Esto implica importantes beneficios para el aprendizaje académico; pero que , también , pueden extrapolarse a contextos sociales y laborales. Continuando, la experiencia de aprendizaje emerge como una excelente aliada para la mediación aprendiente, entendida como toda vivencia que, debido a las características de la actuación, de lo sentido y lo interpretado en ella, puede generar en una persona la adquisición de un conocimiento, el desarrollo de una habilidad o la in- tegración de una aptitud a su ser, es decir, un aprendizaje. Esto puede darse tanto en ambientes naturales como en escenarios educativos, por lo que puede resultar de manera casual o planificada. En el contexto educativo , puede diseñarse una situación que invite y motive a las personas participantes a construir aprendizajes significativos, auténticos y compartidos. Así, la persona docente tiene un papel preponderante en la definición de las temáticas, recursos, escenarios y papeles que interpretarán todas las personas participantes, para promover experiencias de aprendizaje. Esta propuesta está fundamentada en el aprendizaje experiencial, que según lo exponen Gleason y Rubio (2020) , “tiene sus fundamentos en el constructivismo, pues pretende construir conoci- miento y significado a través de una inmersión en experiencias en el mundo real y la reflexión sobre estas” (p. 3) . A de más, expresan que el conocimiento se crea en el pro- ceso de transformación de la experiencia, ya que “el individuo toma y comprende la información de la experiencia (experiencia concreta y conceptualización abstracta) y la transforma (observación reflexiva y experimentación activa), es decir, interpreta y actúa con base en dicha información” (p. 4). Con lo cual, mediar entre la persona que aprende y el mundo real en que tendrá que poner en práctica los saberes construidos, es otro importante elemento para la construcción del aprendizaje. La mediación aprendiente requiere conocimientos académicos y disciplinares en las personas docentes, pero también, saberes vivenciales y el potencial creativo – innovador. La articulación de estos elementos se hace posible a través de las acciones de preparación de las experiencias de aprendizaje, no como fórmulas de planeamiento rígido y directivo del quehacer docente, sino como propuestas organizadas pero flexi- bles, que permitan tener un panorama claro de lo que se pretende desarrollar con el grupo de estudiantes, al tiempo, que facilitan la libertad para disfrutar de la experiencia de encuentro e intercambio con las personas aprendientes de manera consciente. E s decir, el planeamiento sería como un mapa de constelacione s que orienta, pero no 63
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