Innovar y transformar desde las disciplinas: experiencias claves en la educación superior en América Latina y el Caribe 2021-2022

3 rupturas se logran al poner en libertad la creatividad y la innovación docente, orientadas hacia una nueva definición del acto de aprender, que integre su complejidad. Según Finkelstein, Lucarelli, Malet, Villagra y Collazo (2017) , citando a Lucarelli (2009) , una experiencia de innovación educativa implica “la ruptura con el estilo did áctico habitual presente en el aula universitaria (…) colocando a los docentes en el centro de la escena pedagógica” (p. 62), debido a su posibilidad de promover los cambios necesarios. El principal reto es modificar la manera de comprender el aprendizaje, ya no como una transmisión unidireccional de conocimientos sino como un acto de comunicación dialógico, en el que todas las partes involucradas tienen algo que decir y do nde es igualmente necesario escuchar. Aquí, la mediación aprendiente tiene una intervención importante, pues reconoce que conocimientos y personas aprendientes deben estar uni- das, por lo que su propósito es acercar esas voces, facilitando la expresión y escucha entre ambos, para la construcción del aprendizaje. Desde esta perspectiva, la persona docente tiene la importante labor de en- focarse en promover el encuentro, la conexión y la interacción de la persona que aprende con los diferentes elementos promotores del aprendizaje. Inicialmente, con los contenidos relevantes que han sido seleccionados para desarrollarse en un curso, plan de estudios, u otros. Además, con sus propios conocimientos previos, experiencias de vida, sensaciones y emociones, significados e intenciones, ya que como lo expone Rotger (2017) las “emociones es tán presentes en cada uno de nuestros aprendizajes y en los procesos de enseñanza, influyendo en ellos de manera positiva o negativa, es decir motivando o bloqueando nuestros aprendizajes y el de nuestros estudiantes.” (p. 22). También, desde el rol docente se puede promover una conexión con los con- textos sociales, políticos, económicos, productivos, culturales, ambientales, entre otros, que son escenarios en los que se movilizan esos temas de estudio. Asimismo, conectar- los con las personas con quien comparte esta experiencia de aprendizaje, resignificando la riqueza que el intercambio y la colaboración aportan, así como, el valor de compartir, debatir, conciliar y co - crear nuevos saberes, desde las miradas propias y de los otros. De igual manera, con otras realidades locales, nacionales y mundiales, desde una visión de “casa común” (Francisco, 2015), en la cual, toda existencia en el planeta está interconectada y requiere la intervención activa y responsable de cada persona para el cuidado de la vida. Además, esta propuesta posiciona a todos los actores del proceso de apren- dizaje en un mismo nivel, al comprender que cada ser humano tiene la posibilidad de moverse desde una posición de aprendiencia, es decir, de ser aprendiente. Según Flores (2012) , “se da un giro no solo hacia relaciones más horizontales, sino más bien a la valoración de las interacciones sociales, y se propone el término de mediador o me- diadora, así como de aprendientes” (p. 88). Así, la persona docente - mediadora puede enfocar su energía en la conformación de espacios enriquecidos para promover las interacciones, dejando de lado la rigidez de roles o estructuras jerárquicas que , tradi- cionalmente , lo ubican en una cátedra aislada, desde la cual disemina su conocimiento. Ahora puede permitirse el asombro, la duda, el error, la investigación, el desaprendi- zaje, la innovación y la interacción cercana con la comunidad estudiantil. Asimismo, el grupo estudiantil puede abandonar el papel pasivo que le fue asignado , como receptor de conocimiento, para asumir de forma activa su participación en las situaciones de 631

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