Innovar y transformar desde las disciplinas: experiencias claves en la educación superior en América Latina y el Caribe 2021-2022
2 universo (quizá multiversos), son diferentes en muchos sentidos, pero idénticos en su esencia, es decir, en esa energía que está siempre en constante movimiento, interacción, explosión y construcción, para conectar aquello que existe con lo puede llegar a existir. Esta interesante similitud entre el cerebro y el universo permite abrir una posible ventana para comprender el maravilloso proceso del aprendizaje. A pesar de lo que socialmente se ha establecido, aprender va más allá de ingresar a una escuela, colegio o universidad. Es cierto que estas instituciones tienen una estrategia ordenada, sistema- tizada, estandarizada y, en algunos casos, democratizada, para promove r en las per- sonas un cierto nivel de aprendizajes o, al menos, de conocimientos básicos para la “normal” vida en sociedad y productividad laboral. Pero existen evidencias de que aprender es un fenómeno más libre y espontáneo y, la principal, es que esos ap rendiza- jes esenciales para la sobrevivencia humana se construyeron en los primeros estadios de vida, sin un proceso de estudio institucionalizado, como lo fue el alimentarnos, co- municarnos y congregarnos para el cuidado y protección. En síntesis, la capacidad de aprender es innata, con lo cual, es lógico que se diversifiquen los procesos y estrategias para promoverlo. 2 Desarrollo Todo ser humano tiene el potencial de aprender; pero es necesario reconocer las in- finitas posibilidades que se tienen para esto, ya sea una experiencia del pasado, las vivencias del presente o las imaginaciones o proyecciones futuras. Se aprende en la lectura solitaria de un libro y en el conversatorio con otros, en la escucha activa de una conferencia o en el debate acalorado en defensa de ideas propias. Se aprende al mirar una película, al visitar la playa, en el café con amigos, en la visita al museo, en el viaje en autobús, en el descanso bajo un árbol o en el trajín de las presas por el tránsito. Siempre se aprende, ya sea de manera consciente o inconsciente, se lleguen a aplicar o no, estos procesos están presentes en nuestra vida. El aprendizaje puede entenderse como la creación de nuevas conexiones neu- ronales: sinapsis, que a través de la repetición eléctrica de esta unión y el compartir de neurotransmisores, se realizan enlaces estables entre ciertas neuronas y, así, se logra aprender. Estas conexiones no son estáticas sino cambiantes, gracias a la plasticidad neuronal, lo que permite aprender y reaprender. Según Velázquez, Remolina y Calle (2009) “el proceso de aprender, en suma, está supeditado a las conexiones sinápticas entre las células cerebrales, esto es, mientras más conexiones hay entre las neuronas, se incrementa el aprendizaje ” (p. 332). Pero, aunque esta magia se lleve a cabo en el cerebro, es indispensable comprender que todo el cuerpo está involucrado, ya que aprendemos del aroma del lirio, del aguijón de una abeja sobre la piel, del sabor del vino, de mirar un atardecer en el mar, del sonido del automóvil, es decir, de todas esas posibles entradas de información de nuestro cuerpo. Además de la información percibida por los sentidos, hay muchísimas otras posibilidades que tiene nuestro ser para interactuar con el contexto, con otras personas y con el ambiente; a saber, las emociones (miedo, ira, alegría, tristeza, otras) y las valoraciones propias , a partir de las experiencias personales y sociales (valores, 628
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