La convivencia escolar desde el discurso de sus actores
vinculado a las formas que asume la convivencia. Fernando Onetto (2003), coordinador del programa nacional de convivencia escolar de Argentina, ha señalado que es una variable que permite comprender la escuela no sólo desde las expectativas sociales que se han puesto en ella, sino que también desde las esperanzas y necesidades humanas de sus miembros. Consideración particularmente relevante al considerar el proceso de enseñanza-aprendizaje como un proceso relacional , que, para ser efect ivo, requiere desarrollarse bajo ciertos parámetros de bienestar psicológico, éticos y emocionales. Es interesante reconocer que el ambiente escolar no necesariamente es una representación homogénea para toda la institución. El estudio del ambiente escolar puede estar centrado en los procesos que ocurren en algún “microespacio” escolar, como el aula o en el ambiente organizacional general vivido por profesores y directores. Es posible reconocer la existencia de microclimas, percibidos como más positivos que el general, siendo espacios protectores ante la influencia de otros más negativos (Arón & Milicic, 1999). Actualmente, otros estudios han demostrado que el clima emocional, (clima de aula, convivencia, relaciones a nivel escolar) se ha incorporado como un nuevo factor, en el proceso formativo, aunque como invitado de piedra aun en el nuestro quehacer pedagógico. La escuela es una organización emocional, como sistema de relaciones en torno a los aprendizajes y el aprendizaje es función de las emociones. También se articula desde las relaciones que generan dan a partir de las interacciones entre profesores y alumnos, y las relaciones son por defnición emocionales”. (Casassus 2007:238). Como complementa Humberto Maturana, la cultura ha desvalor izado a las emociones en función de una supervaloración de la razón, como un intento de diferenciarnos 84
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