La convivencia escolar desde el discurso de sus actores

de origen y el sentido de complicidad y pertenencia a una misma lucha. La práctica organizativa ha permitido establecer coincidencias en las experiencias dentro y con otras organizaciones, experiencias similares no sólo en la lucha actual sino que también en las historias de vida y de clase común. Desde esta comunidad experiencial se generan fuerzas antagónicas al modelo, en las que la lucha por los derechos es una opción canalizadora y solidaria de la experiencia para las acciones movilizadoras, dando forma a la denuncia y la agitación política ante las carencias estructurales y el abuso de poder de la institucionalidad. B. El estudiante secundario: estudiante y secundario La revisión histórica de la fgura del estudiante en Chile, lo ha instalado como una fgura revolucionaria. Si bien hay variaciones y matices de los protagonistas entre las distintas décadas, cabe señalar que entre los ’60 y ’70, la fgura del estudiante se presenta al modo del estudiante universitario. En los ’80 emerge además la fgura del joven poblador en la lucha contra la Dictadura. En las décadas posteriores, la imagen juvenil se invisibiliza bajo la estigmatización de la Juventud desentendida y de actitud pasiva ante la política. Con la ‘Revolución Pingüina’ del 2006, emerge el estudiante de educación secundaria como un sujeto político visible. Las experiencias de esa década retoman vida en la década posterior con los secundarios movilizados el 2011 y 2012. Símbolos comunes entre ambos movimientos, con la diferencia que en la última gran movilización el ‘secundario’ además exhibe gran claridad política ideológica, una organización más acabada y en cierta medida también, un desmarque propiciado por un formato organizativo propio e innovador, que se instala en la red de organizaciones sociales de la época. Construyen 280

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