La convivencia escolar desde el discurso de sus actores
labor del Estado no son tales, porque éste queda limitado por las transformaciones estructurales que ha tenido y que lo mantienen en el abandono del rol protagónico de la educación, subsidiando el orden establecido. Considerando lo anterior, la labor subsidiaria del Estado en política educativa es también una acción primaria para la mantención del mercado educativo. En este sentido, las expectativas de protagonismo estatal educativo es una posibilidad potencial desde el modelo republicano, no así desde el modelo neoliberal en el cual se encuentra inmerso y coartado, marco en el cual el sujeto de derecho es secundario. Las acciones movilizadores de la asamblea se enmarcan dentro de una serie de representaciones sociales respecto de qué debiese ser la Ciudadanía, la Educación y los derechos sociales. Estas representaciones son disonantes con la segregación social existente desde la cuna y se refuerzan con la promoción del discurso del éxito en los resultados escolares como consecuencia del esfuerzo individual. Al mismo tiempo, este discurso legitima el desentendimiento del rol protagónico del Estado en Educación, ya que los resultados son adjudicados a un sentido educativo individual en donde se invisibiliza la política educativa como un elemento primordial de los mismos. Relevada la idea de que el mérito individual no es el elemento esencial que incide en los resultados educativos y teniendo caridad respecto del impacto que el origen socioeconómico de los sujetos tienen en dichos resultados, se confrma el sentido y objetivo segregador del modelo. Considerando la segregación como una consecuencia que se presenta en distintos planos de los derechos sociales, las acciones y proyecciones políticas de la organización se entrecruzan con la red organizativa de otros excluidos, reconociendo por sobre todo, un origen común: la clase social 279
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