La convivencia escolar desde el discurso de sus actores

fundamental, no cuestiona el valor de los principios democráticos pero la consideran lejana y ausente en la medida que no presenta cauces de expresión para esta juventud que en respuesta no toma parte activa. Representando esta disparidad de opiniones, entre actitudes y compor tamientos – probablemente- un necesario efecto del reacomodo o adaptación de las instituciones formales que no consideran el papel de ciudadanos activos, fundamentales en las concepciones tradicionales de la democracia. En este sentido, se recoge las visiones expresadas por los jóvenes que atribuyen la apatía política de la juventud, entre otros factores, en cierta medida a un relativo fracaso de los sistemas de educación. En este sentido, la lección es sufcientemente explícita, la escuela debe asumir apropiadamente su incuestionable responsabilidad cívica, que va más allá de la promoción de la adhesión al sistema institucional vigente y a los valores democráticos. El desafío fundamental es impulsar una ciudadanía activa y crítica que participe plenamente de una sociedad democrática. De esta manera, es urgente instalar una voluntad político-ciudadana de todos los actores de la educación para transformar a los colegios y liceos en espacios públicos inclusivos, democráticos y dialogantes que faciliten el papel de la educación como instancia preponderante para propiciar la igualdad de oportunidades en el marco del fortalecimiento de una democracia deliberativa y recrear las condiciones propias de una vida más humana, plena de realizaciones y esencialmente justa. 255

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