La convivencia escolar desde el discurso de sus actores

“El poco interés por parte de las autoridades, el que las prioridades no sean las personas… su formación integral y la salud de éstas, sino que el status que se puede lograr como colegio”. Las lógicas neoliberales de individualismo, efciencia, logro de resultados ha llevado también que muchos alumnos y alumnas utilizan toda su capacidad y tiempo sólo en el estudio y se abstienen del tema de la participación al considerar que no es posible lograr cambios signifcativos en la institución. Una de las explicaciones que se esgrimen para explicar el débil rol en la formación ciudadana dice relación con la poca vida democrática que ocurre al interior de los colegios y las aulas. Los jóvenes expresan en sus discursos que no son considerados como sujetos con capacidad de proponer y construir escuela, por ello no se les considera a propósito de consultas vinculantes y tampoco un aporte signifcativo para la contribución a la toma de decisiones. La crítica a la invisibilización que los docentes hacen de los alumnos apunta, fundamentalmente, a los profesores de Enseñanza Media. Otra razón vinculada estrechamente a las críticas anteriores respecto a los obstáculos para la formación ciudadana está representada por el autoritarismo que sigue presente en las prácticas docentes y en las orientaciones directivas y administrativas. La escuela, dicen los jóvenes, continúa siendo una institución jerárquica, poco fexible, de muchas rutinas, centrada fuertemente en el disciplinamiento y la homogeneización y que débilmente acoge las singularidades y subjetividades propias de niños y jóvenes del siglo XXI. Por otro lado, nuestra democracia se ha caracterizado por cuestionables grados de legitimidad en virtud de la percepción que existe sobre el funcionamiento de sus instituciones políticas, acrecentado por altos niveles de desafección política de la juventud básicamente que, en lo 254

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