La convivencia escolar desde el discurso de sus actores

y colectivos), espacios, niveles, dimensiones, ámbitos y alcance, (Torres, 2001). Y, de esta forma, la participación constituye un proceso de acción colectiva por el cual los ciudadanos, en este caso los estudiantes, reconocen la existencia de un interés común y movilizan sus recursos para infuir en el proceso de toma de decisiones, con el objeto de obtener una respuesta favorable a sus intereses. Empero, puede observarse –en la práctica- que la actividad reconocida como signifcativa corresponde a un tipo de participación de naturaleza restrictiva, de menor alcance y orientada a aspectos administrativos y recreativos más que dirigida a ejercer algún tipo de infuencia en ámbitos que guarden relación estricta con el proceso propiamente tal de enseñanza-aprendizaje. Estas temáticas están reservadas para los expertos en el contexto de la formulación de las políticas educacionales y para los docentes en el nivel de la escuela y el aula, enfatizando en esta dirección que existe en la Escuela una cultura que asocia niñez y juventud con adolecer, esto es, con incapacidad (conforme a la etimología de la palabra adolescente). En conformidad a esta visión de carácter adulto-céntrica presente en la Escuela no se concibe que niños y jóvenes sean también –y con prioridad– sujetos de información, consulta y fuente de contribución signifcativa en el proceso de toma de decisiones escolares. Al respecto un joven señala: “ Según mi término no existe participación escolar como tal por ser el establecimiento educacional un ente burocrático, es decir jerárquico, la actividad, es más bien de petición , que de tomar decisiones integrales donde participemos los jóvenes” (Entrevista) La participación en la escuela de todos los actores relevantes en forma directa o a través de sus representantes, supone el derecho de todos, especialmente los estudiantes, a expresar opiniones en aquellos asuntos que les afecten, procurando entregar en el contexto de estas actividades 244