La convivencia escolar desde el discurso de sus actores
sufrimiento psicológico puesto que entre los miembros de la comunidad se establecen múltiples relaciones en espacios que obligan a los sujetos a buscar el reconocimiento que les permita construir su identidad y desarrollar capacidades para convertirse en sujetos y también lograr su realización personal (Bajoit, 2013; Martuccelli, 2012) Las prácticas sociales, recurrentes en la escuela, deberían permitir que el sujeto no solo construya su identidad, sino que se convierta en sujeto de sí mismo La vida en la escuela constituye un cúmulo de experiencias que se deben elaborar de acuerdo a las circunstancias. Entonces, un ambiente tensionado limita signifcativamente al fortalecimiento de una identidad personal y la capacidad para constituirse en sujeto (Touraine, 2001; Bajoit, 2003; Zemelman, 1996). Desde esta perspectiva, la responsabilidad de la educación formal es innegable e insustituible en los contextos socioculturales contemporáneos. Es fundamental que los procesos formadores permitan y fomenten la satisfacción de las expectativas relacionales, conciliar lo que un estudiante cree que los otros esperan de él, sus pares, profesores, con lo que él desea y lo que logra, en el plano del reconocimiento de los demás miembros de esa comunidad. Un ambiente tensionado y/o tóxico frustra la consecución de estos procesos. De acuerdo a los textos presentados, es fácil inferir que las formas de relacionarse, los estilos que marcan las interacciones coartan la construcción de identidades coherentes, equilibradas y la satisfacción de las expectativas que son reprimidas por el control, la vigilancia, por estilos normativos autoritarios. Existe el riesgo de generar malestar y 24
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