La convivencia escolar desde el discurso de sus actores

histórica un acontecimiento ético existencial, un acto de apertura hacia la historia de los ‘Otros’”. (Cerda, Egaña, Magdendzo, Santa Cruz, Varas 2004, p. 69). Esta responsabilidad ética con el Otro se vincula fuertemente con una pedagogía del diálogo, y la palabra. El lenguaje desde un nivel trascendental posibilita toda praxis y pensar humano, en el uso intersubjetivo del lenguaje está ya presente una dimensión ética. Es decir, en el lenguaje mismo, esencia de lo humano, podemos descubrir la raíz de la moralidad. La presencia del lenguaje nos plantea la presencia inexorable de la ética, puesto que hablar es decir algo sobre el mundo, sobre la realidad social o la subjetividad personal pero es -ante todo- decírselo a alguien, entrar en relación con ese Otro. Las representaciones sociales La tradición académica dominante al abordar la ciudadanía, se ha centrado casi exclusivamente en sus factores jurídicos, institucionales y estatales. Ha existido un relativo descuido o subestimación a los factores o precondiciones culturales, valorativas e identitarias que confguran desde el plano intersubjetivo el proceso de construcción de la ciudadanía de los actores sociales. Un foco teórico fuerte que se constata y reconoce en nuestra investigación es que la ciudadanía no sólo hace alusión a factores jurídico–institucionales, también reposa sobre la base de un proceso de construcción histórico, cultural e identitario. Ello ha llevado a aceptar que un campo decisivo para su construcción, afrmación y despliegue está representado por la subjetividad de las personas y de la cultura. A su vez, el ciudadano ya no sólo es visto como un sujeto de derechos y obligaciones, sino también como un agente portador de una experiencia subjetiva (valores, sentimientos, vivencias) y de 234

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