La convivencia escolar desde el discurso de sus actores
responsabilidad para con el Otro, como responsabilidad con el Otro, así pues, como responsabilidad para lo que no es asunto mío o que incluso no me concierne; o que precisamente me concierne, es abordado por mí como rostro”. “La responsabilidad no es un simple atributo de la subjetividad como si esta existiese ya en ella misma, antes de la relación ética. La subjetividad no es para sí; es inicialmente para el otro. El otro no es próximo a mí simplemente en el espacio, o al legado como un par iente, sino que se aproxima esencialmente a mí en tanto yo me siento -en tanto yo soy- responsable de él” (Levinas, 2000 p. 80). El flósofo Emmanuel Levinas, identifca al Otro con el rostro, el rostro no es la cara, es la presencia viva, es la huella del Otro. El rostro es un imperativo ético, es la palabra del que tiene hambre y del que quiere justicia y equidad. Debemos t raba j a r por una pedagog í a de l a responsabilidad y del cuidado con el rostro del Otro, una pedagogía fundada en una moral heterónoma que está atenta, vigilante al Otro. Conforme lo señala Magendzo: “Rescatamos en primer lugar, el hecho irrefutable de que, después de las dictaduras latinoamericanas, luego de la violación sistemática e institucionalizada de los derechos humanos, de haber escuchado la negación de estas violaciones y de los denodados intentos por ocultarlas, minimizarlas y distorsionarlas, la ética de la ”atención” se nos impone como un imperativo moral insoslayable”. Y, agrega más adelante: “Se trata de transmitir, a través de la educación ciudadana, una actitud y una práctica ética de la atención. La educación ciudadana se convierte en un vigilante en el recuerdo para el “nunca más”. Su rol de vigilante no es de control, ni de censura, sino de acogida, de hacer del aprendizaje de la memoria 233
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