La convivencia escolar desde el discurso de sus actores

convencional de ciudadanía, plantea un problema teórico interesante respecto a cómo se construye y se vivencia hoy la ciudadanía en nuestro continente y, específcamente, en nuestro país. El problema en cuestión entonces es: ¿puede la ciudadanía asumir en la actualidad un carácter universal allí donde se presentan una multiplicidad de lenguajes e identidades sociales?, ¿qué tipo de ciudadanía es necesario construir en un continente multiétnico y multicultural donde la marginación, la desigualdad, la desesperanza y el debilitamiento del poder soberano de las grandes mayorías se acrecientan signifcativamente?, ¿es posible proponer un modelo de ciudadanía a nuestros jóvenes chilenos?, ¿qué elementos debemos tener en cuenta como sociedad para generar las condiciones que nos permitan formar ciudadanos y ciudadanas para el siglo XXI? Conforme a este desafío que debemos abordar, nuestro análisis se orienta a diseñar una estrategia de carácter envolvente que recurra inicialmente a las contribuciones de diversas disciplinas, para –fnalmente- regresar desde esta digresión y proponer un enfoque de la Pedagogía orientada hacia un determinado tipo de Escuela que promueva una efectiva Educación para la Ciudadanía. Encaminados en este propósito entonces, sostenemos que la persona conforme a su naturaleza de ser relacional se desarrolla en el encuentro con los demás, y conforme a este primer aserto, la sensibilidad moral del ser humano evoluciona y se hace más receptiva en la medida que abriéndose a los demás experimenta la posibilidad de encontrarse, y en este trance –el encuentro con el otro- enfrenta el dolor y la injusticia presente en la condición humana derivada de la desigualdad y la exclusión en un contexto histórico-social determinado. Siguiendo el curso de esta idea, podemos apreciar que la persona humana se construye en el marco de un proceso orientado en tres direcciones bien defnidas: la subjetividad, en 231

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