La convivencia escolar desde el discurso de sus actores

“Pero igual a pesar de que ahora me porto bien, respeto las reglas y todo eso, no igual tengo problema, porque como que de repente a todo hay que decirle sí. Entonces, yo el otro día dije: ya ¡al enemigo siempre hay que decirle que sí y nunca hay que discutirle! Porque siempre... ¡No pero es que eso es negro! Uno está viendo que es verde, no sí es negro, hay que hacer que sea feliz. ¡No, mami, si es verde!” (Carolina, 1º medio). Conocer las rutinas y los lugares del poder facilita su ruptura, subvertir el orden y las normas: “…uno ya sabe, por ejemplo las que fuman, a qué hora llegan las mami, por dónde vienen, eh…queda la embarrá eso sí cuando se desordena la cuestión poh, pero ya saben, por ejemplo, “no es que la mami viene a darse una vuelta a tal hora” y por tal lado, vamos pa otro la’o, porque a esta hora la mami viene pa cá.” (Baja la voz simulando ser la que se esconde). Entonces ya ¡todos saben poh! y las mami también ya se hacen las tontas, ya cuando uno…por ejemplo, en tercero y cuarto ya no anotan tanto, como a las niñas de séptimo y octavo que fuman poh…” (Sofía, 3º medio). “Bajé y me fumé un cigarro con las mamis. Son las 24 horas”. Diario de campo, noche. “Fumo escondida en el baño de la enfermería, no encontré a la mami. Debo bajar a la hora de estudio” Diario de campo, estudio. Se relatan situaciones restrictivas en cuanto al acceso de comidas, ante lo cual las internas despliegan estrategias para satisfacer las necesidades que la norma impide satisfacer. El autor llama ajustes secundarios a las prácticas que sin desafar al personal, les permiten “obtener satisfacciones prohibidas o bien alcanzar satisfacciones lícitas con medios prohibidos” (Goffman, p. 63- 64). 194

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