La convivencia escolar desde el discurso de sus actores
que la subjetividad se inscribe en el orden de lo obvio.” (Canales, 1996, p. 2). Ante la pregunta por cómo es la rutina, la respuesta es “yo creo que ya se dio cuenta, pero a las 6 de la mañana nos despiertan”. Lo obvio carece de contingencia. Se lo naturaliza y normaliza. Las rutinas no gratas se las asume como un costo necesario o condición para alcanzar o concretar los proyectos de futuro: “Salimos de acá del liceo, nos vamos a ganar ducha, o si no en la noche, después dormimos si tenimos tiempo, ahí bajamos después a estudiar de las 5 a las 6 y cuarto, después venimos acá a la cena, como antes de entrar. Después salimos de la cena y vamos a jugar a la pelota…y ahí jugamos un rato hasta que nos van a buscar las mamis, y venimos a estudiar de nuevo. Después si no nos alcanzamos a duchar antes, nos duchamos en la noche, nos ponemos pijama, de repente jugamos, conversamos y ahí hasta que nos quedamos dormida (…) a las 10.30 apagan la luz.” (Gloria, 2º año). 06:15 Suena el timbre con insistencia 1, 2, 3, 4 veces. Me ducho no sale agua caliente, espero ¿habrá llegado el papi encargado para arreglar esto? Nada que hacer. Me apuro, ordeno mi saco y salgo de la enfermería. 07:10 y un par de chicas ven las noticias. Tengo hambre me arranco a la sala de profes y me preparo un café. Me lo llevo al casino; hoy comeré pan. Hay una fla ¡Mami no haga la cola! Espero y recojo mi pan. Le cuento a la mami Ceci de mi hambre, me dice que reconoce que algunas niñas pasan hambre- imagínate que algunas niñas le cuenten a sus padres que pasan hambre…La TV está encendida, pero no se entiende nada. 07:50 La otra mami cierra la puerta principal del casino, hay que salir por la lateral. Me despido de las mamis. Diario de campo, mañana. 191
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