La convivencia escolar desde el discurso de sus actores

igual…eh….durante…ese rato igual uno tiene tiempos libres” (Entrevista joven 1º). Las actividades escolares se reducen a estudiar dentro de los lugares establecidos para ello, lo que es asumido por la joven como una “costumbre”, que absorbe todo el tiempo disponible. Sólo las conversaciones grupales y las actividades deportivas en el tiempo libre les permiten dedicarse un poco más a ellas mismas, no preocuparse por el rendimiento académico o por los problemas familiares. Las salas de estudio, la de silencio y la normal, se ubican el primer piso y son iguales a las salas de clases. Esta tarde me quedaré en la sala de silencio, Gloria me ha dicho que hay más ruido; hay 23 niñas y todas parecen estudiar, algunas visten ropa de calle, algunas tienen el delantal a cuadrillé sobrepuesto. Ingresa la inspectora y les pide a dos jóvenes que se quiten las gorras blancas que les han regalado por los juegos del Bicentenario, la mami les dijo que era “por respeto a ella”. No se sacaron las gorras. 7 leen, las otras conversan con libros en las manos; alguien las hace callar ¡shhhhhhhhhhh! Más ruido, se hacen callar. Entre una niña con un turbante palestino; otra mira y se va. Luego vendrá la cena y debo irme. Los desplazamientos tampoco son libres, se limita el espacio para moverse, el área de la reja verde, traza fronteras para demarcar el territorio y así tener el control de él, para conservarlo siempre localizado, vigilado (Foucault, 1998). En una primera lectura de las entrevistas se advierten menciones permanentes a los modos de vivir el tiempo y el espacio dentro del Liceo y del internado. Por un lado, la identidad de ‘interna’ supone en el presente rutinas y sacrifcios que posibilitan un futuro. Por otro, el ‘estar afuera’ implicaría una imposibilidad de realizar el proyecto existencial de estudiar y mejorar sus condiciones de vida. 188

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