La convivencia escolar desde el discurso de sus actores

que han aprendido que es mejor estar al margen del conficto, no opinar, no entrometerse, no ver nada, ni saber nada, son verdaderos fantasmas vivos, ante la violencia. Conclusiones Estamos ante una realidad compleja, no solo porque involucra aspectos socio-afectivos y pedagógicos, sino porque además tiene repercusiones en el clima de la convivencia escolar, en el rol de la escuela, en la formación y valoración que tienen los individuos de sí mismo y en la construcción de sus identidades entre otros aspectos. La polaridad, estudiante agresor-choro, y víctima, sostenida por observadores y cómplices desarrolla y oculta un ámbito de tensiones en el espacio escolar, ocultas en verdaderos recovecos de transgresiones. La comprensión de este fenómeno recurrente en las escuelas, implica la inmersión en esta verdadera cultura de la violencia simbólica en la expresión de Bourdieu. Las representaciones de estudiante choro y sus víctima, encierran la relación dominante- dominado, una coerción que se instituye por mediación de una adhesión que el dominado no puede evitar otorgar al dominante (y, por lo tanto, a la dominación) cuando sólo dispone para pensarlo y pensarse o, mejor aún, para pensar su relación con él, de instrumentos de conocimiento que comparte con él y que, al no ser más que la forma incorporada de la estructura de la relación de dominación hacen que ésta se presente como natural” ( Bourdieu, P. 1999) En el extremo contrario está el que ejerce la violencia, el que constantemente está homologando su superioridad y pertenencia al grupo. Pero entendiendo que no pelea con cualquiera, generalmente elije un par o alguien de menor edad, 163

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