La convivencia escolar desde el discurso de sus actores
hacia su posible solución se enreda en encrucijadas sin destino. “Si todo es bullying, nada es bullying” reza el título de un libro del psiquiatra Sergio Canals (2010), apuntando justamente en esta misma línea argumental. Se torna muy necesar ia, en consecuencia, la intervención de expertos en las comunidades educativas para instruir, tanto a profesores como a alumnos, sobre lo que es específcamente el bullying y las graves consecuencias que acarrea. 3) El nítido compromiso de la escuela o del liceo con una política de “tolerancia cero” hacia el bullying es el fundamento básico para todo tipo de actividad propuesta, planifcada y llevada a cabo en orden a paliar el fenómeno. Todo miembro de la comunidad escolar debe estar alineado en este sentido. 4) La intervención decidida del profesor ante cualquier indicio de violencia escolar es clara advertencia para los estudiantes de que están inmersos en un contexto educativo que no admite actos de agresión. Asimismo es importante y necesaria la comunicación constante entre el profesor jefe y los demás docentes de su curso, para ir testeando los posibles problemas que se vayan presentando en las relaciones del alumnado. Como se ha señalado, las salas de clase –a juicio de los sujetos del estudio– son los espacios más proclives para la ocurrencia del bullying, sobre todo, pero no exclusivamente, en momentos de ausencia de los docentes. Resulta, pues, cardinal el compromiso del profesor en acciones de prevención que impliquen el atender cuidadosamente a lo que pasa en su aula. Por cierto, para esto el establecimiento educacional en que labora debe garantizarle condiciones de trabajo apropiadas -no agobiarlos con salas abarrotadas de alumnos- y propiciar el pleno ejercicio de su autoridad. Es fundamental que el profesor ostente la autoridad que le corresponde por su función de formador. Y que distinga 138
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=