La convivencia escolar desde el discurso de sus actores

que la víctima se percibe indefensa y calla su padecimiento. Esta “cultura del silencio” -como la denominan Magendzo et. al. (2004:23)- que impera en torno de la intimidación hace muy difícil la detección de los casos de bullying al interior de los establecimientos educacionales, así como también atenta contra las medidas de prevención y mitigación del fenómeno. La investigación dio por resultado, asimismo, que a quienes se atribuye la mayor responsabilidad en la prevención del fenómeno son a directivos educacionales como los inspectores generales y las orientadoras. Pero también resalta con nitidez otra institución responsable aunque no forma parte fundamental de la comunidad escolar: la familia. La familia tiene un rol relevante de apoyo a la víctima y de corrector del victimario, pero también aparece como jugando un papel preponderante en la generación de sujetos que pueden llegar a ser maltratadores o maltratados en sus liceos. IX Del análisis de los resultados de la investigación se desprenden las siguientes proyecciones: 1) La mejor forma de tratar el fenómeno del bullying es involucrando a todos los actores que conforman una comunidad educativa: estudiantes, profesores, directivos, asistentes de la educación, orientadores y apoderados. La erradicación de este fenómeno incumbe a todos, pues la gravedad de sus manifestaciones ensombrece todas las relaciones. Una de las aristas más serias y peligrosas del bullying consiste en la neutralidad en que se incurre, por parte de estudiantes e incluso de profesores, ante la ocurrencia de estos actos. Es lo que podría llamarse “complicidad por inacción”. Como expresa Philip Zimbardo: 136

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