La convivencia escolar desde el discurso de sus actores

victimario concreto sino también de una buena cantidad de sus compañeros de clase o colegio. Organizar la experiencia de acuerdo a marcos de referencia, o esquemas interpretativos, como los de la “diversión”, el “juego”, la “broma”, puede permitir al agresor minimizar su acto de violencia o distorsionar las consecuencias negativas de dichos actos, a los testigos puede permitirles seguir en la complicidad de su pasividad e indiferencia, y a la víctima sentir que hay algo malo en ella -porque sufre por un juego o una broma, en vez de participar de la diversión—incrementando sus sentimientos de inferioridad e indefensión. El modelo teórico del “frame analysis” de Erving Goffman es, pues, un importante instrumento conceptual que nos permite develar las estructuras de poder que se encuentran en juego en el fenómeno del acoso escolar, y donde no es de menor signifcado el hecho de que los marcos de organización de la experiencia que imperan en la compleja situación de bullying sean muchas veces los que establece el victimario por sobre los que establece la víctima. VII Nuestra investigación puso en evidencia elementos relevantes acerca de los signifcados que los sujetos de las comunidades educativas otorgan, generalmente, al fenómeno del bullying y sus severas implicancias. En primer lugar, se puede concluir que los actores no se representan simbólicamente el fenómeno de una manera uniforme u homogénea. En general, se enmarca en un contexto de agresión entre estudiantes, pero la conceptualización varía desde considerarlo un atropello a la dignidad de la persona o un atentado a los derechos humanos, pasando por un continuo -acoso, maltrato, amedrentamiento, matonaje, abuso, menoscabo- hasta su consideración como una mera burla 132

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