La convivencia escolar desde el discurso de sus actores

¿Hay, efectivamente, una percepción uniforme del fenómeno del bullying entre los directivos, los profesores, los estudiantes y los asistentes de los establecimientos educacionales de nuestro país? ¿O también entre ellos se califcan como actos de bullying fenómenos que, en rigor, no deben caer dentro de esta denominación, como lo son las agresiones ocasionales de un alumno hacia otro, las riñas entre estudiantes cuyas fuerzas (físicas y psicológicas) están equilibradas, las peleas entre grupos o pandillas o los actos lisa y llanamente delictivos? Al atribuirle, los diversos actores de la comunidad educativa, signifcados diversos al bullying, contribuyen a oscurecer su comprensión y a obstaculizar programas o iniciativas de intervención para mejorar la convivencia escolar en lo que respecta a este específco fenómeno. IV ¿Qué se debe entender por bullying? Reiteremos que Dan Olweus, pionero en el estudio sobre acoso escolar y hoy uno de los principales especialistas en este tema, defne así el bullying: “Un alumno es agredido o se convierte en víctima cuando está expuesto, de forma repetida y durante un tiempo, a acciones negativas que lleva a cabo otro alumno o varios de ellos” (2006: 25). Olweus clasifca como “acciones negativas” las que ocurren cuando alguien, de forma intencionada, causa un daño, hiere o incomoda a otra persona; cuando se burla o pone sobrenombres a alguien; cuando golpea o impide físicamente el paso a otro; cuando le hace muecas o gestos obscenos a otro individuo, lo excluye adrede de un grupo o se niega a cumplir sus peticiones. 124

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