La convivencia escolar desde el discurso de sus actores

La Corte de Apelaciones de Concepción estimó responsabilidad del establecimiento, dependiente de la alcaldía, y condenó a la Municipalidad de Talcahuano a pagar una indemnización de 70 millones de pesos a los familiares del niño fallecido. Un medio informativo anunció la noticia de esta manera: “Alcalde de Talcahuano buscará fórmula para pagar indemnización a familia de víctima de bullying”. Y en el texto mismo de la información, el alcalde -interrogado sobre la violencia escolar- expresó: “Hemos tomado, al menos bajo mi alcaldía, con toda la fuerza esta situación del bullying y estamos trabajando justamente para tener una educación mucho más inclusiva y mucho más armónica dentro de los colegios". Más allá de la gravedad que reviste esta tragedia, si se quiere examinar rigurosamente lo ocurrido hay que decir que no se trató aquí de un acto de bullying. La riña -que pudo ser ocasional- terminó siendo un acto delictivo. Hablar de bullying en este caso manifesta patente confusión frente al problema. Y esta confusión puede llevar a análisis erróneos en torno de la violencia escolar, mezclando especies distintas de comportamientos agresivos que tal vez requieran de abordajes y tratamientos diferentes en pos de prácticas exitosas para su prevención y disminución. Se pueden mostrar muchos ejemplos que evidencian que entre los profesionales del periodismo o entre los políticos no siempre hay claridad para delimitar qué es y qué no es bullying. Pero donde sí debiera haberla es entre los actores principales relacionados con este tipo específco de violencia escolar, porque es desde ellos en primerísimo lugar que debe surgir una comprensión cabal del problema con vistas a su posible futuro control: los actores de las comunidades educativas. 123

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