Los tratados entre la Nación Mapuche y la Corona de España
118 Carlos Contreras Painemal levantaron todos los Caciques y abrazaron al Marqués y á los demás Capitulares y religiosos de la Compañía de Jesús, que se hallaron en aquella junta, y luego hicieron sus presentes de los regalos que traían prevenidos de sus tierras. Con esto quedaron los indios incorporados con nues- tros amigos, y estando así mezclados unos con otros, hizo si- lencio Antegueno, y oyéndole todos muy atentos, teniendo el ramo de canelo en la mano, comenzó un razonamiento tan elegante, y con tan vivas razones, naturales tropos y figuras retóricas acerca de la paz, y apoyando lo capitulado, que pudie- ran muchos oradores envidiar la facundia y energía con que el indio hablaba: poniendo por delante la mucha sangre, que, de- rramada de entrambas partes, estaba dando voces por aquellos campos y quebradas; sus padres, hijos, antepasados y parien- tes hechos pedazos ó desnaturalizados y desterrados á reinos extraños, perdida la esperanza de volverlos á ver ; la desapro- vechada y aun perniciosa porfía y contienda de tantos años; la inquietud con que han vivido; los sobresaltos que han pasado de noche por las montañas, y de día con las armas en las ma- nos, sin poderse desembarazar de ellas aun cuando las habían menester para labrar sus tierras y hacer sus sementeras. Habiendo dicho estas y otras cosas, muy para oír y admirar, concluyó su oración dando á todos la enhorabuena de tan alegre día, y habiendo repartido con nuestros amigos las ovejas muertas, acompañándole todos, llevó á presentar al Marqués el jaspeado ramo de canelo con la sangre de aquellos
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