Los tratados entre la Nación Mapuche y la Corona de España
114 Carlos Contreras Painemal inconsiderados desatinos; pero como Dios parece que menea- ba esta acción, como fundamento de que depende la salvación de tantas almas, no pudo el demonio ni sus ministros prevale- cer contra estas paces, que se celebraron en la forma siguiente. Habiendo lo primero prevenido á Dios este día, ofre- ciéndole los sacrificios de todas las misas que se pudieron decir por el buen suceso destas paces, y habiéndose formado dos escuadrones de la infantería de los dos tercios, tomando el cuerno derecho el del Maese de Campo, y el izquierdo el del Sargento mayor, y guarnecidos los costados con la caba- llería de entrambos por sus mangas, salió el Marqués con su compañía de ciento y cincuenta Capitanes y Maeses de Cam- po reformados, todos armados de armas blancas, tan tersas y limpias que parecían espejos en quien pudo mirarse sólo el sol, no otro alguno, sin deslumbrarse con la luz que en ellas reverberaba. Llevaba por delante sesenta y cinco Caciques, en- tre los cuales los más principales señores, que tenían debajo de su jurisdicción á diez y doce Caciques, eran Lincopichon, Antegueno, Liencura, D. Antonio Chicaguala, hijo de Doña Aldonza de Castro, señora española muy principal y noble, y de un indio gran señor, que después de cautiva la eligió por su mujer, Guaquilauquen y otros; y á la salida, los escuadrones y demás compañías dieron la carga con muy buen concierto, y pasando por medio del escuadrón enemigo, llegaron é. una grande ramada que se había hecho para el intento, donde se apeó con toda su compañía y Caciques referidos, quedando
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