Los tratados entre la Nación Mapuche y la Corona de España
110 Carlos Contreras Painemal entre los soldados y gente de guerra, con tanta confianza y familiaridad como si ayer no hubiéramos bañado los campos con su sangre, y ellos con la nuestra. El Marqués les recibió á todos con muy grande agrado y afabilidad; y, conociendo la grande estimación que hacen de la honra, no quedó corto en esto sino que se la dio cuanta pudo, asentándolos á su mesa y á su lado los más principales, dándoles, tal vez, el bocado de su plato, y á beber en su misma copa; fineza que conservó su señoría todo el tiempo que duró la jornada, y por sobremesa los llenó de dones, galas y presentes, con que quedaron tan ganados, que publicando estos favores, y corriendo la fama de tanto agasajo y honras que recibían de su mano, no quedaba enemigo en los campos que no viniese, cruzadas las manos, rendido á su obediencia. Venían unos y otros cargados de rega- los y presentes á su usanza, con que se mostraban reconocidos al amor y benevolencia que experimentaban y publicaba la co- mún voz de todos. Crecía por momentos el número de los indios que ve- nían á dar la paz, pero cuando lució más el afecto con que la deseaban y fue mayor el concurso, fue la víspera y el día de la Epifanía del Señor, que parece fue presagio de que quería Dios que en el día que los Santos Reyes rindieron sus cetros y coronas en nombre de la gentilidad que representaban al re- cién nacido, Rey de los cielos y tierra, le rindiese también este gentilismo chileno su indómita cerviz, y la sujetase al suave yugo de su ley; y á esto parece que aludió el cielo, sorteando
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