Rostro de Chile: reencuentro con la exposición original de 1960

gobernaba por el anhelo esencialista de dar marca firme y consolidada a una identidad. Se puede reiterar, entonces, que el archivo es el cúmulo de imágenes que, ya sea estén guardadas o exhibidas, construyen una compleja topografía de capas e intersticios. La estructura ortogonal que predominaba en la trama de paneles de la exposición, así como su frágil sistema de iluminación, dejaba al descubierto cierta precariedad en los montajes producidos en aquella época. Sin embargo, la estructura de acero realizada mucho antes de la exposición del sesenta –según los documentos en que se registran fotografías incluso entre 1948 y 1953–14 comprendía un diseño arquitectónico sólidamente concebido en la Escuela de Artes Aplicadas que funcionó entre 1950 y 1960, ligado por lo demás al Taller de Decoración de Interiores ubicado en la casona de calle Arturo Prat, en la ciudad de Santiago.15 De manera que a pesar de su aparente simpleza y caducidad, el montaje confería una impronta que promovía lo austero, que muchas veces engarza con lo público. La pobreza en algunos casos, la sencillez en otros, puede ponderarse como virtud al dejar un espacio civitas desprovisto de criterios de estetización a priori. Ciertamente, los paneles fueron dispuestos en una simetría de planos perpendiculares para un explícito recorrido visual, de modo de facilitar un circuito de tránsito intuitivo, 14. Se pueden constatar exposiciones anteriores realizadas en la Casa Central de la universidad, como las muestras de productos industriales en 1948 y los salones de estudiantes y profesores de la Escuela de Bellas Artes alrededor de 1955. Véase, CASTILLO, E, (2010). Artesanos, Artistas, Artífices. La Escuela de Artes Aplicadas de la Universidad de Chile 1928-1968, Santiago, Editorial Ocho Libros pp. 206-210. También existen registros fotográficos del Segundo Congreso de Universidades Latinoamericanas en los patios de la Casa Central en 1953. Véase, ARAYA ESPINOZA, A., (2016), Una casa abierta para Chile. Historia Visual de la Casa Central de la Universidad de Chile , Santiago:,Ediciones del Archivo Central Andrés Bello, 2016, pp. 142-145. 15. Boletín Nº 15, Ibid., p. 4. pero junto con ello un acceso a la reproducción de la imagen despojado de criterios de mediación. La operación no es menos relevante, sobre todo si se puede atribuir a la imagen documental un estado de privilegio circunscrito a los códigos de lectura que, habitualmente, ofrecen los saberes institucionales. Entre las décadas de 1940 y 1960 la imagen documental se preservaba en museos y archivos estatales, en medios de prensa y registros de una industria de filmográfica estatal, así como en los incipientes canales de televisión que emergían con vocación pública, definidos principalmente por una edición universitaria alejada de las premisas comerciales. Y a pesar del estatus público de aquellas imágenes documentales, éstas se mantenían en los depósitos y acervos de sus mismas instituciones. En breve síntesis, Rostro de Chile aparecía entonces como un cauce fotográfico, cuya sobria arquitectura se desplegaba en la plaza pública a modo de acontecimiento, y con ello la imagen puesta en común alcanzaba un carácter político. En un sentido similar, lo que sorprende de algunos paneles como los números 9, 10 y 17, por ejemplo, en el que se disponen los horizontes de lagunas, cerros y valles, es la pluralidad de los ángulos y marcos fotográficos que componen el mismo panel. En efecto, antes que una imagen única canonizada al uso didáctico y enciclopédico, se trata de una trama de imágenes y de miradas que producen un paisaje expandido de representaciones, cuya principal unidad son las zonas grises. Se ha de recordar entonces que la tradición de archivo comparece aquí como un orden clasificatorio, cuya sistemática permite introducir la imagen al resguardo de la comprensión histórica. La exhibición de los paneles de 1960, en cambio, sobrepasando el orden diagramático y clasificatorio del archivo estableció criterios de dimensiones geográficas, es decir, exploró el graphos de una tierra descrita. Es la tierra descrita en octavas y en prosa, pero también el deseo de imágenes para conformar un álbum fotográfico del país –fragmentado y a ratos desmembrado, probablemente debido al inconsciente archivístico

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