Rostro de Chile: reencuentro con la exposición original de 1960
Análisis de obra: el ejercicio de observar y dialogar con las imágenes Volver a ver Rostro de Chile, o verlo por primera vez como corresponde a nuestra generación, es una invitación al ejercicio de observar y dialogar con las imágenes, revisar el repertorio y enfrentar el conjunto con la libertad de analizarlas y disfrutarlas. Por mi parte les doy mi propia lectura de algunas de ellas. Horizontes Horizontes que suben y bajan, imagino la cámara apuntando de arriba a abajo. Se logra ver toda la magnitud de un valle, que hace que el territorio se vea magnificente, rocoso, con bordes cordilleranos finales engrandeciendo el territorio, muchas de estas perspectivas están presentes en el repertorio, pero hay algunas que rompen esta dinámica y salen del margen formal para llevar al extremo la lectura. Quintana nos lo muestra en Encuentro, (RCH22_121/CAQ_6601, panel Nº37 ) donde hay una valla de cruce ferroviario que atraviesa de forma diagonal todo el plano, es la protagonista de la escena, si observamos el borde inferior, vemos una arboleda, nubes, un hombre con su carreta al filo de desaparecer del horizonte y a punto que la abstracción elimine toda formalidad del realismo, la escena invita a pensarse bajo esa valla. Para poder tener esta perspectiva, necesariamente debemos bajar al suelo para contemplarla. Ensoñaciones visuales En la planta de hierro de Romeral (RCH22_082/ CCH_D_1270, panel Nº45 ) es una de las imágenes que más me impresiona dentro del conjunto, más que mostrar el trabajo de un minero dentro de su faena cotidiana, fría, entre fierros, fuego y calor, esta escena escapa de la idea del trabajador tradicional, tiene grados surrealistas, también transita por el realismo mágico, este hombre ya no es un hombre, es una entidad que se levanta de las tinieblas, de un lugar casi inhumano, con cadenas, humos, vapores tóxicos, este humano está dentro de un traje, su propia humanidad está subvertida por este ambiente, para mí es un ser mágico, poderoso, que perdió su condición humana para convertirse en un ser de hierro. Una imagen similar en estética es Río Valdivia en la niebla (RCH22_197/CCH_D_4608, panel Nº57). Los elementos instalados en la imagen escapan del origen, de la mera presentación de la escena, logran una densidad tal, que ya no vemos solo un barco, el relato muestra un navío que, como fantasma, emerge de una travesía del tiempo. Elementos que rompen la lectura continua, al parecer la propuesta visual se desmarca del guion realista del proyecto, pero imagino que ambos autores, tanto en la planta de hierro como en la niebla de río Valdivia, quisieron traducir la atmósfera y sensación de estar ahí, creo que perfectamente podríamos percibir esas ensoñaciones visuales si estuviéramos en esos lugares. El pintor Otra imagen especial es Quietud en el lago , (RCH22_201, panel Nº59) Es parte del tejido de los muchos paisajes del repertorio del Rostro de Chile , pero antes de referirme a ella es menester mencionar que estos paisajes de alguna u otra manera acusan la presencia humana, en pequeños detalles, desde la huella de un camino, una cerca, un caminante solitario hasta una casa, un arado, la cosecha entre otros muchos elementos sencillos de reconocer. Si bien Quietud en el lago es uno más de los paisajes presentes, vemos montañas, lagos y árboles a contraluz, es una imagen que en sí guarda un secreto, un aspecto que imagino era visible para el fotógrafo al momento de hacer la toma, que este era consciente de los elementos presentes. Pero al espectador, y en un primer escaneo visual, dicha presencia no es perceptible.
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