Rostro de Chile: reencuentro con la exposición original de 1960
Participación de la ciudadanía, la mirada de Antonio Quintana, un rostro donde mirarse. Roland Barthes menciona en La cámara lúcida tres componentes de la fotografía: el Operator que es el fotógrafo, el Spectrum, aquello que es fotografiado, y el Spectator o quienes observamos e interpelamos la imagen. En ese mismo ejercicio de mirar y mirarse resultaría interesante escuchar las voces de los espectadores que al mismo tiempo fueron protagonistas. En aquel entonces de octubre de 1960, miles de personas visitaron la muestra. Así lo señala el Secretario General de la Universidad de Chile, Álvaro Bunster en su discurso de inauguración: “han visitado la exposición alrededor de 50.000 personas”.1 Tal audiencia fue parte de ese colectivo anónimo que fue retratado, lo que me hace pensar que las fotografías fueron realizadas en los territorios y para los territorios, completando así, diría yo, un círculo virtuoso del arte. Infiero que existía la idea de intencionar la auto-observación y ofrecer una mirada distinta a lo que pudo haber existido en revistas, periódicos u otros medios visuales de la época, mostrando un Chile desde una perspectiva más cercana, a la altura de los protagonistas, sin abandonar la calidad estética de la propuesta. Aquí Quintana es clave, su enfoque le imprime al proyecto lo que podría graficar en el “gesto de bajar la cámara” al nivel humano, a la altura del ojo protagonista. Me atrevo a decir que una de las características de la obra de Quintana es instalarse dentro de la imagen, no como una selfie, sino que en primera persona, al punto de vernos dentro de la fiesta, al lado del obrero compartiendo una comida o una conversación. 1. Bunster, A. (1960). “La exposición El Rostro de Chile”. Boletín de la Universidad de Chile, 15, 4-12. “En la mente de ensueño y rigor del artista chileno vivía, desde largo tiempo, el proyecto de penetrar con la cámara en la esencia de nuestro país, en su hermoso territorio azotado por la adversidad y en los trabajos y en los días de sus pobladores”.2 En este contexto me parece necesario recordar que en la primera mitad del siglo XX eran pocas las personas que tenían acceso a una cámara fotográfica y mucho menos aquellas que se fotografiaron para Rostro de Chile en su contexto cotidiano como las familias de menos recursos y de localidades aisladas que no contaban con la tecnología para generar una memoria visual que emanara de las propias localidades. Por ello también Rostro de Chile , dirigido artísticamente por Antonio Quintana y su legado en la labor del equipo de fotógrafos, funcionarios de la Universidad de Chile, es crucial para recuperar aquella una memoria visual territorial que, a su vez, es una memoria social. La llave, encuentro con Ulloa. Quisiera compartir la experiencia de encontrarse por primera vez con Rostro de Chile , y no hablo de haber leído referencias bibliográficas ni de una historia contada al respecto. Más bien hablo de encontrarse con el cuerpo mismo y abrir la caja de pandora que es la Colección Archivo Fotográfico donde se encuentra. Emergieron de ella cientos de imágenes y relatos con una voz parlante que resonaba en mis oídos, era el maestro Domingo Ulloa que me explicaba –a partir del año 2014– lo que estaba viendo. Su locución era la voz de los 2. Universidad de Chile (1960). Exposición Rostro de Chile [díptico catálogo]. Donación Domingo Ulloa Retamal. Archivo Central Andrés Bello.
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