Rostro de Chile: reencuentro con la exposición original de 1960

232 / 233 Como muchas otras personas, inicié este trayecto en total desconocimiento por mi parte de Rostro de Chile . Esta era una de las muchas exposiciones sobre las que alguna vez oí hablar de su existencia en el pasado, era un antecedente y un documento plano. En el año 2013 me sumé al trabajo de digitalización de la Colección Archivo Fotográfico (CAF) del Archivo Central Andrés Bello y allí reconocí algunas fotos icónicas del autor Antonio Quintana. En dicho patrimonio existía un relato, una intencionalidad muy evidente en lo social y lo cultural, junto a otras exploraciones temáticas de su obra. Indiscutiblemente, sus más de 6600 fotografías resguardadas por nuestro archivo son testimonio de su gran maestría. En las primeras indagaciones sobre estos materiales, situé a Quintana como el mentor, el fotógrafo y el maestro de la exposición Rostro de Chile , aún entendida por mí como un hito del pasado. Fue en tiempos de pandemia, dos años para ser exacta, que el trabajo de identificación de imágenes se intensificó, logrando reunir suficientes elementos, algunos claves, otros parciales y esenciales, que permitieron observar la conformación del cuerpo expositivo llamado Rostro de Chile y comprender su recorrido. Fue enfrentarse a un cuerpo fotográfico disperso, fragmentado, con piezas unas más coherentes que otras que, al símil de un hallazgo arqueológico, comienzan a encajar, y pese a que algunas otras no logran calzar, tienen lo suficiente para pertenecer. No obstante, con toda la investigación que se fue acumulando, aún no veía con claridad la configuración de la exposición, toda descripción me parecía vacía. Estábamos hablando de la más importante exposición fotográfica realizada en Chile en el siglo XX, y me parecía paradójico hablar de un contenido visual que nadie había visto por décadas, que todo el mundo se refería a un conjunto fotográfico que no conocía y esto me hacía pensar con que estábamos frente a la pérdida de un patrimonio visual significativo para la historia del arte, la fotografía y la memoria visual del país. Entonces, ¿cómo poder hablar con propiedad de esa exposición mítica?, ¿cómo explorar una memoria visual sin conocer siquiera su repertorio iconográfico?, ¿era acaso el Rostro de Chile la reunión de cientos de retratos o la imagen revelada de un territorio?, ¿cómo saberlo sin imágenes que mirar? Estas preguntas se convirtieron en el motor e incentivo para priorizar la reunión de aquel repertorio de 410 fotografías y hacerlas visibles nuevamente, quería ver con mis propios ojos aquello que contaba el mito, explorar el rostro del territorio, abrir las claves de lectura de la exposición, restituir la conversación y vigencia de una obra de arte que, aunque colectiva, evidenciaba una intencionalidad y curatoría convergente. Recuperar el repertorio completo de la exposición y abrir la sala a través de un libro será una instancia para que la ciudadanía vuelva a dialogar con este rostro de Chile, aquel que veníamos construyendo desde el siglo pasado, proyecto truncado por una dictadura y una consiguiente política neoliberal que borraron con el codo el proyecto país que venía gestándose. La exposición Rostro de Chile de 1960 tiene mucho que decir al día de hoy, pues recuperar este repertorio visual permitiría constatar cimientos que sostienen y empujan a Chile a avanzar a un país más inclusivo y que es capaz de mirarse y reflexionar sobre sí mismo. “El espíritu, superando la mecánica, interpreta sus resultados exactos como metáforas de la vida.” August Sander

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