El cultivo del duraznero hacia el siglo XXI

12 El programa chileno, en sus inicios, tampoco se enfocó en el desarrollo de variedades de excelente calidad sensorial. El foco en los primeros cinco años de mejoramiento genético fue la obtención de variedades con frutas que tuviesen una larga vida de poscosecha y que no fuesen susceptibles a los daños que ocurren cuando la fruta es almacenada a bajas temperaturas por periodos prolongados. De hecho, las primeras tres variedades (‘Andes nec-1’, ‘Andes nec-2’ y ‘Andes nec-3’), si bien son variedades que cuando son cosechadas en la madurez adecuada tienen muy buen sabor, no destacan como las siguientes tres variedades por su alta calidad sensorial y un amplio potencial de poscosecha (‘Andes nec-4’, ‘Andes nec-5’ y ‘Andes nec-6’). Objetivos del programa y su evolución El proyecto CORFO tuvo como objetivo general, potenciar el programa a través de la asociación tecnológica para la selección asistida y generar una estrategia de vinculación nacional e internacional para la gestión de las nuevas variedades. Se plantearon cinco objetivos específicos: 1) Generar, desde una base genética enriquecida, nuevos genotipos de duraznero/nectarino orientados a satisfacer los requerimientos del mercado internacional de fruta fresca, 2) Evaluar en pre y poscosecha las Líneas Genéticas Avanzadas (LGA) y seleccionar aquellas destacadas por méritos técnicos, 3) Evaluar las variedades pre- comerciales a través de ensayos de desempeño, en escenarios reales de producción y mercado, 4) Evaluar la factibilidad técnico económica del uso de marcadores moleculares disponibles para la selección asistida y 5) Realizar transferencia tecnológica que involucre a toda la cadena productiva asegurando la rápida adopción de la tecnología. Cuando la Universidad de Chile comenzó a realizar mejoramiento genético en 1999, buscaba generar variedades que produjesen fruta capaz de soportar viajes de 40 días hasta alcanzar el consumidor final, sin los problemas que las variedades cultivadas en Chile hasta ese tiempo, mostraban. En general, la fruta exportada por Chile llegaba a los consumidores finales, muchas veces, con una pulpa harinosa y parda. Era una fruta que externamente se observaba normal y sin daños en las estanterías de los supermercados, sin embargo, cuando era consumida, unos días después de la compra, se evidenciaban los daños internos. Así, era una fruta de muy pobre calidad sensorial, lo cual inhibía la fidelización de los clientes y en consecuencia limitaba la recompra. Definitivamente las variedades que Chile producía no eran adecuadas para el modelo exportador chileno, en el cual, su fruta debía viajar varios miles de kilómetros en barcos y alcanzar a los consumidores después de 30 o más días, contando desde la cosecha. Con esta clara demanda de la industria local se concibió el programa chileno: generar variedades con fruta que no fuese susceptible a la harinosidad ni al pardeamiento de la pulpa después de 30 a 40 días de poscosecha. Así, se generaron protocolos de evaluación de la vida potencial de poscosecha muy estrictos. En general, todas las selecciones eran sometidas a periodos de 40 días en cámaras a 0°C, más tres días a 20°C y luego de este tiempo, eran evaluadas. Sólo aquellas selecciones que se mantenían sanas, seguían el camino para eventualmente convertirse en variedades comerciales. Las selecciones que mostraban incidencia de harinosidad o de pardeamiento de la pulpa eran eliminadas. Este esquema de trabajo era ya algo novedoso en el mejoramiento genético de duraznero, ya que los programas extranjeros que si realizaban estudios de poscosecha, lo realizaban solo a las variedades una vez seleccionadas y los estudios rara vez consideraban periodos de conservación de más de dos semanas. Al poco andar, quedó en evidencia la importancia de priorizar la calidad sensorial de la fruta como un criterio de selección fundamental, lo cual como se ha dicho antes, había sido, de alguna manera, no considerado en los demás programas de esta especie. Lo que sucedía en muchos casos, y que aún sucede, es que se declara que la calidad sensorial de la fruta es un objetivo prioritario, pero no se observa que se utilicen metodologías para evaluarla y para discriminar a los mejores individuos del resto. En la mayoría de los programas de mejoramiento genético, la calidad sensorial de los individuos segregantes y de las selecciones es evaluada solo por el propio breeder y por algunas otras personas de su entorno. Si bien es indiscutible que los breeders son expertos en la especie con la cual trabajan, existen muchas veces sesgos y una cierta tendencia a la autocomplacencia que puede

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