Historias de vida de directoras escolares: contexto y voces

68 HISTORIAS DE VIDA DE DIRECTORAS ESCOLARES: CONTEXTO Y VOCES En 1995, María Eliana queda embarazada por tercera vez, lo que alteró fuertemente su relación con el director del establecimiento en el que trabajaba. Este ponía permanentemente trabas en sus labores, ya sea no autorizando controles médicos o cuestionando sus capacidades por el hecho de estar embarazada. El menoscabo y maltrato sufrido durante ese período llevó a María Eliana a renunciar a su fuero maternal y a su trabajo al finalizar su posnatal. Para mí era terrible, tenía que sacar a los niños formados después de estar diez u once horas en el colegio. Tenían que lustrarse los zapatos, peinarse y salir en fila. Entonces yo renuncié, porque ya no podía más. Yo renuncié a mi fuero maternal incluso porque yo no podía trabajar con esa estructura y menoscabo. Dije: ‘Tengo que buscar otra cosa’. María Eliana volvió a buscar trabajo. Para lograr ingresos que permitieran mantener a la familia, se desempeñó como profesora básica en dos establecimientos educacionales, treinta horas en cada uno. Almorzaba en el taxi que la trasladaba de una escuela a la otra. A partir de estas experiencias desarrolló una gran capacidad de organización administrativa de su trabajo, y logró una estructura ordenada para la planificación y preparación de la enseñanza; sin embargo, se mantenía latente la necesidad de innovar en educación y de abordar el de- sarrollo de los y las estudiantes con una perspectiva más integral, no solo centrada en logros academicistas y de resultado. Considerar a las niñas y los niños desde sus emociones y relacio- nes, con sus tiempos y necesidades, la llevan a seguir buscando otros modelos de enseñanza. Su vida transcurre, en este periodo, con muchas horas fuera de casa, en el trabajo y apoyando a sus hijos y a su hija durante la noche y los fines de semana e intentando que ellos y ella no sintieran abandono. En ese mismo intento María Eliana asumió estar muy presente en la edu- cación y en la escuela donde estudiaron sus hijos e hija, por lo que en la organización de los apoderados siempre tuvo un rol en la directiva de curso, lo que asumió con responsabilidad y contenta porque la acercaba a los profesores y a las profesoras de sus hijos e hija, y a la escuela. Durante el ejercicio docente en el establecimiento El Encuentro, se sintió más tranquila con sus hijos e hija ya que pudo matricularlos en el mismo colegio donde trabajaba con un costo más económico. Los dos hijos menores estaban todo el día en el colegio y debían esperar a que la mamá terminara la jornada laboral para volver a su hogar. Fue un período cansador, pero gratificante al poder estar con ellos en todo momento, participar en ceremonias y reuniones de apoderados, conversar más fácilmente con las docentes y ser excusada más cariñosamente ante alguna falta como apoderada. El año 2004 se inicia el periodo en que junto a su esposo instalan un nuevo establecimien- to educativo. Es ahí cuando se genera un gran quiebre familiar que termina con la sociedad educacional y con su matrimonio. María Eliana no poseía un rol administrativo, ya que este era realizado exclusivamente por su marido. Su labor se remitía a la dirección de liderazgo desde la dimensión pedagógica. Las decisiones relativas a salarios, contrataciones, mantención y me- joramientos eran tomadas por su marido quien no realizó rendiciones de cuentas de ingresos y egresos. En ese período, y debido a las deudas que mantenía la familia por los altos costos del proyecto, María Eliana no recibía sueldo, solo firmaba una liquidación por un ingreso base míni - mo, pero los dineros eran gestionados en su totalidad por su marido, tanto los de la subvención del establecimiento como los dineros familiares. Es así como en este contexto, surgieron diferencias ideológicas entre ambos, las cuales, en conjunto con otros problemas generaron el divorcio de la pareja. El segundo año de funciona- miento del establecimiento su marido quiso obtener más ingresos y reemplazó la gratuidad por subvención compartida: las familias que pagaban podían continuar en el establecimiento, las

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